Ayer se presentó el libro INprendedores patrocinado por EOI y Fundación Telefónica recopilatorio de 19 ensayos cortos sobre el emprendizaje desde dentro de las organizaciones para las que se trabaja por cuenta ajena.
La verdad es que no me gusta nada ni INprendedor ni intra-emprendedor. Y no porque sacar adelante un proyecto desde dentro de una empresa sea más fácil, para nada, de hecho, antes al contrario, la mayoría de los que creen que tienen una idea brillante se enfrentan al dilema de abandonarla o renunciar a su empleo para intentar ponerla en práctica. Lo que no me gusta es que es un término equívoco, fruto de la moda del emprendizaje, y que relaciona la velocidad con el tocino porque emprender desde dentro no se parece prácticamente en nada a emprender desde fuera, y voy a explicar porqué.
Como bien apuntan Alberto de Vega y Eduardo S. de la Fuente ya en el capítulo 2 del libro, el principal problema del INprendedor es la inercia hacia el mantenimiento del status quo que existe en las empresas. Con el paso del tiempo las organizaciones alcanzan un equilibrio en el cual ninguno de los mandos intermedios tiene mucho que ganar removiendo nada, hasta que acontece algún suceso que causa una disrupción… Entonces los dos factores que gobiernan fundamentalmente el cambio organizativo son el miedo y la codicia. Para que un proyecto salga bien dentro de una empresa grande hay que conseguir hacerlo sin asustar a nadie y explotando las aspiraciones de los influenciadores más ambiciosos. Entonces el trabajo consiste en coordinar la movilización de recursos de múltiples departamentos todos ellos preocupados y sedientos de poder.
El escenario anterior poco tiene que ver con la situación de un emprendedor por cuenta propia. Para empezar, éste no tiene ningún problema organizativo, porque en una start-up prácticamente no hay gente. Tampoco existe ningún problema de movilización de recursos, porque en el garaje de tu casa lo único que pudes movilizar es tu piragüa y tu cortacésped. Es significativo que en todo el libro de INprendedores apenas se menciona el dinero mientras que una de las carencias más acuciantes que suelen sufrir las start-ups españolas es la carencia de caja líquida.
Lo que sí puede ser muy fructífero es relacionarse desde fuera con un INprendedor. A mi me ha funcionado durante años la táctica de intentar relacionarme con personas orientadas al logro que intentaban liderar un proyecto desde dentro de una empresa grande y que buscaban apoyo externo para ejecutar las tareas que no podían acometer internamente debido a bloqueos políticos y burocráticos.
La transferencia de tecnología universidad-empresa merece un capítulo propio aparte. En algunas comunidades autónomas funciona un poquito bien, y en las otras mayormente no funciona para nada debido en parte a la falta de cultura y conocimiento y en parte a que hacer un spin-off universitario todavía es muchas veces algo así como hacer un cisma eclesiástico.
Por último, hay también una diferencia esencial en el nivel de riesgo. Si te la juegas en un proyecto intraempresarial lo peor que te puede pasar es que salga mal y te despidan con una indemnización de unas decenas de miles de euros. Pero no conozco ningún emprendedor a quien le hayan dado un premio de consolación de equis mil euros por fracasar en un intento de proyecto empresarial. Y cuidado, porque, como dice Javier Cuervo en el capítulo 10º sobre autodiagnóstico intraemprendedor, en el arte del INprendizaje tan probable y peligroso es morir de fracaso como morir de éxito, ya que cualquier proyecto oscuro e ignorado por los mammuthus que se convierte en estrella rutilante de la noche a la mañana atrae rápidamente la atención de los depredadores de méritos ajenos que tienen tendencia a eliminar al INprendedor, deshacerse de los mercenarios externos y, en definitiva, arrüinar toda la diversión.
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La verdad es que no había llegado yo a lo de los depredadores que hablas, Sergio.
Oye, entre tú y yo, lo de la transferencia es un chufla que se inventaron: Siemens, Nokia y unos pocos amigos más para financiarse. Ah, que esa era una idea tuya en la comida de ayer; vaya, ya no se puede hablar ni en la cafetería de la Escuela.
Esa joya épica que es El Señor de los Anillos contiene (entre otros muchos) un sabio consejo acerca de porqué nunca debes dejar que te vea el Ojo de Sauron: http://lapastillaroja.net/2010/05/el-hobbit-y-el-ojo-de-sauron/
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