Una de las cosas que buscan invariablemente todas las empresas es fidelizar al cliente. Que el website (o lo que sea) tenga stickiness. Hay dos formas de fidelizar al cliente, la difícil y la fácil. La difícil consiste en ofrecerle un buen producto a precios muy competitivos, tratarle como un rey y estar permanentemente pendiente de sus necesidades (caprichos). La fácil consiste en convertir al cliente en un yonki de la mierda que vendes. Los emprendedores más torpes e ingénuos tienden a preferir la forma difícil de fidelizar, incluso alardean estúpidamente de ello, mientras que los emprendedores de más éxito con mayor frecuencia tienden a buscar la fidelización fácil.
No quiero decir con lo anterior que buscar permanentemente la excelencia sea algo malo, para nada. Por ejemplo, en KnowGate Dell nos conquistó como clientes fieles hace ya años vendiéndonos ordenadores que son poco cool pero sobresalientes en su relación precio/prestaciones para el uso empresarial que les damos. Y sin embargo, estoy convencido de que el proveedor de hardware que obtiene mejores márgenes de nosotros es Apple. Los MacBook tienen algunas características diferenciales notorias, pero también otros elementos de diseño realmente fastidiosos como el hecho de que para cambiarles la batería haya que llevarlos al servicio técnico oficial donde te cobran una pasta.
Como escribía en 2010, el mercado del software privativo se parece muchísimo al de los esteroides. La venta de drogas está basada en que el cerebro normalmente prima el corto plazo sobre el largo. «Tengo un problema, me duele». Piensa el cliente… entonces aparece el proveedor con su solución mágica de calmantes vitaminados, a mil euros cada comprimido, y además generan adicción, pero eso da igual, porque calman el dolor a corto plazo.
LinkedIn te vende aumentar tus probabilidades de encontrar un mejor empleo a cambio de quedarse con tu currículum. Te permite crear un grupo de fans de tu empresa, pero a partir de 500 no te deja ver quienes son esos fans, ni siquiera enviarles un mensaje. Facebook te vende la democratización de la prensa rosa de tus amigos a cambio de enterarse de toda tu vida. Te venden algo gratis que no es gratis, dado que pagas con información, cuyo valor de cambio a ti te parece bajo y cuyo valor de cambio para ellos es altísimo. Darse de baja es casi misión imposible. En algunos sitios de dating la política de uso incluso establece que para borrar el perfil hay que pagar. Twitter te consigue un porrón de followers y luego te cierra el acceso a las estadísticas que permiten averiguar en qué están interesados.
Groupon vende publicidad para atraer comensales a restaurantes pagada con descuentos salvajes en la cuenta. A corto plazo viene más gente, pero el problema a largo plazo, para el restaurante, es que Groupon proporciona la misma arma táctica a toda su competencia maleducando al cliente y diluyendo la ventaja competitiva del descuento.
Los médicos te recetan directamente benzodiacepina o fluoxetina en lugar de intentar ayudarte previamente a solucionar qué planteamiento tan erróneo tienes en tu trabajo o tu familia como para no poder soportar ya más por tus propios medios las reacciones corporales que te provoca el stress. A las farmacéuticas les interesa más vender alivios sintomáticos y antibióticos poco eficaces que cronifiquen las enfermedades comunes antes que curar de raiz el mal con otros medicamentos que saben a ciencia cierta que son mucho más efectivos.
En España, los políticos venden subsidios para llegar a fin de mes comprados con deuda soberana a tres o cinco años. Te pagan el pan de mañana a cambio de que estés más endeudado durante el próximo lustro ¡y la gente se manifiesta para que no corten los subsidios! En Estados Unidos, los políticos venden seguridad a corto plazo, a cambio de un brutal gasto militar y de una política internacional que les granjea enemigos perpétuos.
En definitiva, todos somos yonkis de un gigantesco mercado de drogas materiales, emocionales, lúdicas y hedonistas.
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Felicidades por un artículo tan clarividente. Ha sido una gozada leerlo.
Hasta pronto!
Bernat
Discrepo del todo con la referencia a la fluoxetina y similares cuyo contexto realmente no tiene que ver con el problema que explicas.
Por lo demás, tan agudo como siempre.
Me equivoqué y me pasé de la raya sugiriendo que la prescripción de psicotrópicos pueda ser intrínsecamente inadecuada. En mi propio botiquín se puede encontrar una caja de Valium. Pero es que conozco tantos adictos crónicos al diazepam y similares que me planteo si algunos médicos hacen (o pueden hacer) realmente su trabajo, o si simplemente se limitan a extender recetas.
Me ha encantado, enhorabuena Sergio!
De acuerdo contigo en todo.
Saludos