En el año 338 a.C. Roma derrotó a su mayor enemigo de la época, la Liga Latina, una confederación de unas 30 aldeas y tribus aliadas para bloquear la expansión romana. No obstante, tras la victoria, los romanos se enfrentaban a un nuevo problema, cómo gobernar la región evitando que el vacío de poder dejado por la caída de la liga allanase el camino a otro enemigo aún mayor. La solución que adoptaron fue la que más tarde se denominaría divide et impera se convirtió en el fundamento estratégico sobre el cual forjaron su imperio.
En lugar de tratar de engullir y controlar todas las ciudades, lo cual hubiera diluido el poder en una zona demasiado grande, crearon un sistema mediante el cual algunas ciudades se incorporaron al imperio y sus habitantes adquirieron los privilegios que otorgaba la ciudadanía romana, otras ciudades obtuvieron la independencia total pero se las privó de gran parte de su territorio, y unas últimas fueron divididas y colonizadas. Además, si alguna ciudad independiente se mostraba lo bastante leal y presta a luchar en favor de Roma, entonces podía ganar el derecho a convertirse en parte del imperio. La idea era que Roma ocupase una posición central y las ciudades tuviesen que competir por ganarse el favor romano.
Esto demostró ser una fantástica estrategia para gobernar un grupo. En todas las organizaciones la gente tiene tendencia formar subgrupos de interés mutuo. Si no se controlan, estos subgrupos pueden acabar amenazando a la organización. La solución es crear un sistema mediante el cual la gente tenga más que ganar complaciendo al dirigente que formando bases de poder. La estrategia de divide y vencerás debe incluir un proceso de rotación de validos, es tentador mantener un favorito, pero es mejor rotar a las estrellas haciendo que cada vez caiga una justificando tal sistema como una forma saludable de democracia. Además es importante que las partes carezcan de acceso a toda la información y que necesiten acudir al líder para obtener la que necesiten. El dirigente debe ocupar el centro y todo debe de fluir hacia él, no se trata de gestionar todos los detalles, sino de aislar las bases de poder para no consigan coaligarse entre ellas.
Divide et Impera
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