Esta mañana tuve una conversación con alguien escandalizado por las noticias falsas en las redes sociales. «Los usuarios son las noticias falsas», le dije, lo cual, obviamente, sólo sirvió para enfadarle. Pero sinceramente lo creo. Todos sufrimos un sesgo cognitivo. Este sesgo cognitivo nos induce a dar veracidad a las cosas en las que creemos y a despreciar cómo falsas aquellas en las que no creemos. El resultado es un filtrado colaborativo basado en prejuicios. Es decir, las plataformas cómo Facebook se enfrentan al desafío de centenares de millones de personas tratando de difundir falsedades. El problema es tan grande que la única solución que se ha encontrado hasta ahora es la censura. Además, en el caso de Facebook el problema se agrava porque cada usuario es, en esencia propietario de su muro. Por consiguiente, cada usuario puede eliminar de un plumazo cualquier opinión contraria a la suya. Esto es así porque en Facebook saben que los usuarios a quienes les llevan la contraria se enfadan y se dan de baja. Como resultado, la red se convierte en un escaparate gigantesco de los prejuicios de sus usuarios, sin que exista posibilidad de ningún debate real acerca de ellos.
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