Porqué las mujeres no trabajan en tecnología

Esta tarde estuve en Madrid On Rails donde Ellas 2.0 (un proyecto «de militancia») organizaba el Startup Weekend Madrid Ellas y Ellos.
La verdad es que no me sedujo ninguna de las 12 ideas que se presentaron (lo cual no quiere decir que piense que sean malas). Pero el formato del evento es en sí mismo muy interesante y refleja en gran parte el diferente acercamiento metodológico y social de la mujer.
En primer lugar, el evento está planteado como un proceso colaborativo no como una competición. Prácticamente todos los pitch slams están planteados como una competición. Sin embargo, el Startup Weekend de Ellas 2.0 está planteado como un proceso de un fin de semana completo en el cual un grupo de voluntarios cooperan para dar forma a una idea. Algunas ideas se quedan en la cuneta, pero el objetivo es poner algo en común y no quedar por encima de las otras ideas planteadas.
Los españoles residentes en Silicon Valley invitados como ponentes al encuentro, Pedro Moneo de Opinno y Jose Luis Agell de Innovalley, comentaban las maravillas y virtudes de la meca de la tecnología, pero también dieron algunas pistas sobre el darwinismo brutal imperante en el Área de la Bahía resumido en la frase «fail fast» que ilustra la poca paciencia generalizada en Estados Unidos con los proyectos que no funcionan a la primera.
A la mujer, en general, le cuesta más trabajo que al hombre vivir en este tipo de entorno constantemente agresivo/competitivo donde los fines se anteponen al mantenimiento de relaciones armoniosas. Mike Sigal de Guidewire Group me comentaba hace unos días que al típico habitante de Silicon Valley se le reconoce porque suele hablar de la última empresa que ha fundado y de la última demanda legal en la que se ha visto involucrado.
Otro factor relevante es la diferente forma de manejar el stress en cada género. Los hombres suelen enfrentarse directamente al stress y se recuperan de sus secuelas desconectando su cerebro y simplemente olvidando y pasando a otra cosa. En la mujer suele funcionar mejor para recuperarse de la tensión el verbalizar las situaciones vividas y reflexionar sobre ellas. Pero este proceso choca con dos obstáculos: primero amenudo las propias mujeres creen que verbalizar el problema es un signo de debilidad porque los hombres no los suelen verbalizar y simplemente se enrocan y eluden mencionarlo, y segundo porque aunque quieran contárselo a alguien es dificilísimo encontrar alguien que las comprenda, es difícil siendo emprendedor pero siendo emprendedora encontrar alguien con quien empatizar es prácticamente misión imposible.
En la arena diaria, ellas suelen ser menos agresivas que ellos. A algunas mujeres les cuesta pedir, en esa forma que tienen los hombres de irse a jugar al golf dar 4 bolazos y cerrar un trato con un simple «bueno, ya está, mañana mis chicos hablarán con tus chicos y ya tenemos este trato cerrado». Aunque hay de todo, algunas de las mejores comerciales que conozco son mujeres, y a esas no les cuesta nada pedir ni persuadir al más puro estilo femme fatale.
Personalmente, opino que las cargas familiares no tienen mucha influencia. La mayoría de los emprendedores montan su empresa antes de los 30 años, y hoy en día, la mujer con estudios y buena carrera retrasa amenudo la maternidad hasta los 35. De modo que al menos durante 10 años saliendo de la universidad a los 24 hasta los 34 las responsabilidades familiares son aproximadamente las mismas para las mujeres que para los hombres, y en este punto, yo creo que en España pesa mucho más el lastre de la hipoteca que la maternidad.
La mujer podría tener mucho que hacer y aportar en el ámbito de la tecnología, y aún no se ha dado cuenta. Actualmente la tecnología es inseparable de su diseño y del uso social que se haga de la misma. Los visionarios como Steve Jobs no hicieron fortuna por ser grandes técnicos sino por ser capaces de comprender cómo quiere la gente usar sus inventos.

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