Estoy de vuelta de Amsterdam, de donde me traje una historia de mi visita a Heineken Experience. |
Coraje, espíritu emprendedor y pasión por la calidad, fueron lo que movió a Gerard Adriaan Heineken, con apenas 22 años, a invertir la herencia de su padre en cerveza.
Cuando tomó su decisión, Gerard no sabía nada sobre cómo elaborar cerveza.
«Todo o nada», escribió a su madre en 1863, al contarle que que había entrado en negociaciones con los propietarios de la vieja fábrica cervecera De Hoonisberg con la intención de adquirirla, hasta que en 1864 Heineken se convirtió en propietario de las instalaciones y adquirió, además, campos para el cultivo de las materias primas.
Su sueño: proveer la mejor cerveza del mundo.
El 22 de enero de 1868 su familia y sus amigos tuvieron el placer de disfrutar de la primera cerveza Heineken.
Hay varias cosas destacables en esta historia:
• No es necesario ser un maestro para empezar una actividad.
En una ocasión leí a Clive Sinclair afirmar que cuando deseaba crear alguna innovación en algún ámbito determinado, se informaba sobre los fundamentos de dicha área de conocimiento, pero, llegado un punto, se detenía y no leía nada más, porque el resto de información sólo le bloqueaba la libertad de pensamiento. Si Heineken hubiese pasado demasiados años aprendiendo a hacer cerveza, probablemente hubiese aprendido tanto sobre el método «correcto» de hacer cerveza que nunca hubiese creado nada que marcase una diferencia.
• Hace falta cierto grado de ingenuidad para montar un negocio.
Si Heineken hubiese tenido 42 en lugar de 22, probablemente habría sido tan consciente de los problemas potenciales que nunca se hubiese animado a correr el riesgo.
• Se necesitan años para llevar una idea a la práctica.
Heineken tardó 4 años en producir su primera cerveza. Para otros productos puede ser necesario mucho más tiempo.
• Se necesita dinero suficiente para aguantar la travesía por el desierto.
Dudo que Heineken hubiese podido montar su negocio con capital riesgo. Los inversores se hubiesen puesto demasiado nerviosos al ver que no sacaba nada los primeros años. Por regla general, si un inversor no puede recuperar su dinero con buena ganancia en un máximo de 6 a 8 años, entonces, no está interesado en financiar el negocio.
• La calidad es lo que importa.
No es necesario fabricar un producto rabiosamente innovador para ganar dinero. Sólo se necesita un producto imbatible dentro de su nicho de mercado.
• Vender es más fácil cuando la gente desea compulsivamente el producto.
En el caso de Heineken, los millones de bebedores insaciables de cerveza, constituían una gran baza a favor.
Post relacionado: Heineken: Disrupting a Commodity Business (Zack Urlocker)