Mente Cerrada contra Software Libre

Ya me ha pasado – y más de una vez – que al mencionar «software libre» en alguna reunión sobre un producto, que hasta ese momento era idóneo, me responden con un «¿Software Libre? ¿pero eso funciona?».
Abre tu mente
En el mercado tradicional existen prejuicios contra el software libre y el código abierto. «¿Código abierto?, pero… entonces cualquiera puede hacerse con él, ¿no?».
Pues sí, oiga, pero qué problema tendría usted en adquirir y conducir su flamante coche si estuvieran accesibles los diagramas de conexiones eléctricas del mismo. Seguramente ninguno. Incluso puede llevar su coche a un taller diferente al «oficial» con otros profesionales capacitados para entender los diagramas.
En el artículo del Financial Times Una Mente Cerrada frente a un Mundo Abierto, que recomiendo leer completo , nos proponen un experimento:
Vámonos a hace quince años, a 1991, y eliminemos de nuestras mentes lo que hemos aprendido y sabemos desde ese momento.
Te hablan de un red mundial de ordenadores que definida por un grupo de científicos queda como abierta en lo referente a protocolos y contenidos. Cualquiera podría conectarse a ella y mostrar información o productos a todo el mundo. Abogan por un modelo participativo y abierto.
Un grupo de eruditos, gente de negocios y burócratas ven ésto último como un problema: Porno, piratería, virus y spam. Grupos terroristas podrán poner videos haciendo proselitismo de sus ideas. Tu vecino activista podría competir con el New York Times documentando a su manera la guerra de Irak. Proponen cerrar el sistema «pero dentro de un orden». Hace falta aprobación oficial para publicar cosas en la red; se restringen el número de acciones posibles; la mayoría seremos receptores y no productores. Cerrado
¿Qué opción hubieras elegido tú? Si se hubiera planteado así ¿crees que hubiera llegado a ser lo que es? Sobre esto ya se ha hablado mucho, pero no deja de parecerme impresionante.
Todavía en 1991, imagínate un concepto de software que cualquiera pudiera copiar y cambiar, basado en una licencia que requiera que los distintos programadores que accedan a él y lo cambien tengan que ofrecer su software bajo las mismas condiciones. Imagínate un porrón de programadores distribuidos por todo el globo haciendo y creando software así.
¿Creerías que este método de producción de software, que suena un poco a descontrol y a anarquía, es económicamente viable? ¿Va poder competir con la asentada industria del software de 1991?
Nos cuesta hacernos a la idea de lo que puede ser un proceso de participación masiva en un proyecto y que además no está sujeto a una control férreo. El autor nos comenta que el problema es que no entendemos la clase de «propiedad» que existe en la red.
La mayoría de nuestra experiencia está basada en cosas más tangibles en las que está delimitado quién está dentro y quién está fuera, y es por esto que no vemos bien ni los problemas ni las oportunidades.

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