En nuestros días se ha establecido un estrecho vínculo entre fomentar la difusión del conocimiento y potenciar la economía. Muchos informes oficiales tratan de convencer a los políticos de que la salida a la crisis de competitividad en el primer mundo pasa por una apuesta sin concesiones por la sociedad de la información. Pero, ¿hasta qué punto está ligada a corto plazo la sociedad de la información con el desarrollo económico?
En este artículo se hallan algunas reflexiones acerca del Software Libre y su potencial real de transformación social y económica.
Si uno lee la historia sobre el desarrollo de la mecánica cuántica es fácil percatarse de cuantos de los físicos eminentes de finales del XIX y principios del XX eran hijos de familias acomodadas. Plank, Bohr, De Broglie, Schrödinger, Von Neumann y un cuantioso grupo de científicos judios y húngaros procedían de las clases pudientes o emparentadas con la nobleza. Einstein era el miembro pobre del grupo, procedente de una familia judía de clase media residente en Alemania.
La beca postdoctoral de Bohr en el prestigioso laboratorio Cavendish de Cambridge fue financiada por la Fundación Carlsberg (los de la cerveza).
Las primeras reuniones de trabajo sobre la materia las organizó en 1911 un industrial belga llamado Ernest Solvay, quien se había hecho rico con un nuevo método para fabricar sosa. Solvay tenía unas extravagantes teorías sobre la gravitación y la materia. Un día Walter Nernst le convenció de que podría tener público para sus ideas si organizaba un congreso. Y así nació el primer Conseil Solvay en el hotel Metropole de Bruselas.
De aquellos congresos salieron los memorables debates entre Bohr y Einstein sobre la completitud de la mecánica cuántica cuyo clímax se alcanzó en el artículo de Einstein, Podolsky y Rosen y su posterior explicación por Jhon Bell, quien por cierto, era uno de los pocos científicos procedentes de la clase trabajadora, y debió parte de su carrera académica al apadrinamiento de su profesor Karl Emeleus que le prestó libros y le permitió asistir gratuitamente a clase el primer año.
De modo que podemos concluir que tanto la cerveza como el carbonato sódico tuvieron un papel relevante en el desarrollo de la sociedad de la información de aquella época.
Cuento todo esto porque entre los defensores del software libre a veces percibo gran confusión entre lo que es ciencia y lo que es negocio. Y hablan de desarrollar el conocimiento y de desarrollar la industria como si fuesen cosas inherentemente vinculadas. Cierto que las investigaciones de principios del siglo pasado desembocaron militarmente en el Proyecto Manhattan y civilmente en las centrales energéticas de fisión nuclear. El resultado valió la pena. Pero fue demasiado a posterori como para que ningún inversor privado hubiese podido sacar partido de invertir en investigación de física de partículas en los años veinte. Esto es porque la industria para una tecnología no se desarrolla hasta 15 ó 20 años después de que haya sido inventada.
A veces pienso que el sector del software es como una gigantesca ONG. Ningún colectivo, ni siquiera los bohemios artistas, ha llegado nunca tan lejos como los programadores en la renuncia de sus derechos de propiedad. La propia biografía de Linus Torvalds sugiere que el desarrollo de Linux como producto comercial fue accidental. Los hay, como Mark Shuttleworth, que tras hacerse millonario con la venta de Thawte a Verisign y darse un viajecito espacial ha decidido dedicar parte de su fortuna al software libre con Ubuntu. Definitivamente, una parte del Software Libre parece solucionar un único problema: el del aburrimiento unos pocos ricos ociosos a quienes no les atrae el golf.
Ahora está de moda crear unos cuantos activos digitales e irlos regalando por ahí. Poniendo mala cara a quienes no quieren hacer lo propio con los suyos.
Da la impresión que, animado por los buenos resultados de Red Hat, el capital riesgo ha perdido la timidez y los start-ups Open Source aparecen como setas. Incluso después de tortazos sonados como Turbolinux ($95M) o Linuxcare ($80M), parece que los inversores están determinados a explotar una nueva burbuja creada alrededor del cambio de paradigma hacia código abierto.
Algunas, como Progeny (creadora de Debian) o VA Software (VA Linux) hasta han tenido tiempo de re-inevntarse a si mismas reconvirtiéndose en empresas de servicios en el caso de Progeny, o en populares productos (SourceForge, Slashdot) en el caso de VA Software, que se acerca gradualmente al punto de equilibrio financiero.
¿Qué hay detrás de toda esta vorágine? Creo que un buen punto de partida es tomar en cosideración la declaración de Marten Mickos, the CEO of MySQL: «el software libre no es un modelo de negocio en si mismo, sólo es un modo de producción y distribución«.
Voy a dejar fuera de esta discusión los que ganan dinero explotando (y no fabricando) el Software Libre, como Google, Yahoo o Amazon, a quienes, por cierto, la nueva GPL 3.0 ya ha amenazado con meter en cintura. Y los negocios basados en redes P2P, como el de BitTorrent, con un fantástico potencial de ingresos en forma de acuerdos con las discográficas y las productoras de cine.
A continuación entraré en algunos principios que considero que crean cierto enredo entre lo que es negocio y lo que es difusión del conocimiento :
Regalar cualquier cosa por lo que la gente estaría dispuesta a pagar es, económicamente hablando, una tontería.
¿Porqué hacerlo entonces? Sencillamente porque los beneficios colaterales obtenidos mediante el regalo superan el coste de fabricación del mismo. SugarCRM no se cansa de repetir los miles y miles de veces que su software ha sido descargado. SugarCRM pretende sacar dinero de su versión comercial del producto y del ASP. De modo que el resto sólo es una forma de atraer la atención del público. La atención es un recurso escaso en nuestros días de modo que si para conseguirlo hay que ceder algunos derechos de explotación sobre el producto, ello puede ser un buen negocio. Esto ha funcionado también espléndidamente en nuestro CRM hipergate que lidera el segmento de CRMs abiertos basados en Java.
Sólo tiene sentido renunciar al beneficio en un punto de la cadena si se genera aún más beneficio en otro punto.
Pondré un par de ejemplos sencillos. A IBM puede interesarle renunciar a cobrar por AIX si con ello vende más servidores OpenPower. A Microsoft puede interesarle renunciar a cobrar por Internet Explorer a cambio de ganar cuota de mercado con MSN. Microsoft está simultáneamente en el mercado de los sistemas operativos y en el mercado de los contenidos, entonces, lo que tiene sentido para Microsoft (regalar Explorer) puede no tenerlo para alguien que no esté también en el mercado de MSN.
Sea cual sea el producto o servicio hay que tener claro lo que se está vendiendo.
Para mi, esta es una de las grandes diferencias entre los negocios basados en Software Libre que funcionan y los que no. Es la gran diferencia entre la web de RedHat y la de JBoss. Si uno visita el website de RedHat es muy fácil identificar (y comprar) lo que le están vendiendo, en el de JBoss es difícil aclarar en qué consisten esos servicios que prestan alrededor de su plataforma. Me juego unas cervezas a que JBoss se moverá hacia el modelo de SugarCRM, intentando basar su negocio en una versión comercial de su producto libre. Lo cual no es después de todo una mala idea siempre y cuando consigan diferenciar su producto de los ya existentes y no se vuelen todo el capital riesgo en el intento hasta acabar bajo la protección del capítulo 11.
Re-empaquetar Software Libre no es suficiente si no se añade valor en el proceso, aunque este valor añadido puede, no obstante, ser peculiar; por ejemplo, hay un gran negocio en las certificaciones porque el sector público no puede comprar productos no certificados, lo cual abre un gran mercado para proveedores como Novell o IBM.
Lo mismo que mueve valor de un punto de la cadena a otra, el Software Libre mueve empleo de un punto a otro
No debemos olvidar que si bien el software libre favorece mayormente el desarrollo local, también facilita más que nunca la deslocalización. En la era pre-Internet era difícil que un ingeniero indio realizase un proyecto de base de datos por dos motivos: 1º) no tenía acceso a la documentación necesaria para aprender y 2º) no podía costearse las licencias de las herramientas de desarrollo. Pero ahora toda la información fluye libremente via Internet y las herramientas son gratuitas, de manera que han desaparecido las barreras intelectuales a la competencia del tercer mundo.
El conocimiento libre tiene, desde esta perspectiva, el mismo potencial para crear empleo que para destruirlo. Lo importante es que los empleos que se destruyen sean reemplazados por otros de mayor valor añadido en el pais más desarrollado. O, dicho de otra forma, no se debe externalizar nada en el tercer mundo hasta no tener claro por qué vamos substituirlo en el primer mundo que sea aún más lucrativo.
El Software Libre permite cambiar las condiciones del entorno para liquidar a la competencia
Tomemos la analogía de los dinosaurios. Algunas especies de reptiles de gran tamaño dominan la faz de la tierra. Nosotros disponemos de un pequeño producto mamífero de sangre caliente. En ausencia de una catástrofe natural capaz de oscurecer el cielo, los dinosaurios seguirían dominando el planeta indefinidamente. En el mundo del software este cataclismo es la quiebra total del modelo clásico de licencias. Por consiguiente, destruyendo el mercado al que sirven se destruye a la empresa competidora. Es por esto que IBM, Novell, Sun y tantos otros se han lanzado en apoyo del Software Libre. Tomemos en retrospectiva el caso de Java. Quizá no está muy claro cómo recupera Sun el dinero invertido en Java, pero lo importante es pensar qué habría pasado si no lo hubiesen hecho. En ausencia de Java, la plataforma .NET probablemente se habría extendido mucho más, y con ella la hegemonía del tándem Wintel en detrimento de las ventas de hardware Sun.
El Software Libre favorece por igual a empresas grandes y pequeñas
Algunos emprendedores tienen la idea de que ahora es más fácil crear un negocio gracias al Software Libre. Es más fácil desarrollar y más fácil publicar pero igual de dificil que siempre, ni más ni menos, ganar dinero. Hay precedentes recientes como la compra de Gluecode por parte de IBM donde un puñado de programadores cogen software lo re-empaquetan y acaban vendiéndole la empresa a IBM por un buen pico. Pero ese plan de «coge los millones y corre» no es nuevo; ha ocurrido muchas veces en la industria, con FrontPage, con Visio, con WinAmp y con la fiebre de venta de servicios de mail y chat durante la fiebre de las punto com. Lo que sí es cierto es que el Software Libre tiene un gran potencial para las empresas más grandes, porque tienen más oportunidades de explotar comercialmente una base de usuarios al disponer de una oferta más amplia de productos.