Seis principios de medicina aplicados al management

La medicina es una ciencia estadística. Tanto que si la gente supiera realmente hasta qué punto se basa sólo en probabilidades, iría espantada a la consulta. Es por tal motivo que los médicos fingen tan a menudo que tienen alguna certeza sobre el diagnóstico. El ejercicio de la medicina requiere de grandes conocimientos y sabiduría en igual medida. Por ello algunos de los secretos de los mejores doctores se pueden aplicar a muchos otros ámbitos, como el management o el desarrollo de software objeto de este blog.

Regla #1: El 90% de las enfermedades se curan sin intervención externa. Entonces, debido al juramento hipocrático, el médico debe hacer lo necesario para dañar al paciente lo menos posible, es decir, lo mejor probablemente es que no haga nada en absoluto. El problema es que esa no es la solución que el paciente quiere oir (es por eso que cada año se vende tanto paracetamol y amoxicilina). Igual que el cuerpo ha evolucionado a lo largo de decenas de miles de años para sobrevivir y recuperarse de las agresiones externas, las organizaciones también cuentan con mecanismos de autodefensa. Entonces, cualquier consultor sensato llamado para resolver un problema intentará intervenir lo menos posible. Este principio, llevado al extremo, se conoce entre los ingenieros como “si no está roto no intentes arreglarlo”. En ocasiones, el placebo puede incluso poner las cosas aún peor si el paciente resulta por casualidad ser alérgico al remedio.

Regla #2: Curar repetidamente a un organismo que podría curarse por si mismo acaba por privarle de su capacidad original para hacerlo. Se sabe y está más que demostrado que el abuso innecesario de antibióticos propicia la aparición de bacterias resistentes a ellos. Mi aplicación favorita de este principio a las organizaciones es la burocratización sistemática. Alguien comete un error y, para evitar que vuelva a suceder en el futuro, se crea un procedimiento. Luego otra persona comete un error diferente, y se crea otro procedimiento. Se siguen creando procedimientos hasta que la organización es el conjunto de procedimientos y, por consiguiente, no puede resolver ningún desafío nuevo que no esté contemplado en los procedimientos.

Regla #3: Principio de Pareto aplicado al diagnóstico. El 80% de las enfermedades se determinan con un diagnóstico sencillo y su cura es bien fácil bien totalmente imposible. El diagnóstico del otro 20% de las enfermedades requiere una cantidad horrorosa de tiempo. Esto lo ilustra magníficamente la teleserie del Doctor House. House nunca acierta a la primera en el diagnóstico. Pero sabe que el éxito con frecuencia es simplemente continuar donde otros abandonaron. Y en eso nadie gana a House pues en su testarudez él nunca abandona a un paciente. Análogamente, la mayoría de los consultores tiran la toalla ante los problemas difíciles. Pagados por horas, lo dejan por imposible cuando la cantidad de horas necesarias para diagnosticar y resolver el problema superan a las que podrían facturarle al cliente.

Regla #4: Un tratamiento tiene dos partes: la medicina y la forma de tomarla. Los antibióticos no son eficaces si se dejan de tomar demasiado pronto. Las metodologías tampoco si no las aplica un experto de la forma correcta. Aplicar un tratamiento durante demasiado tiempo torna al paciente adicto al remedio. Aplicarlo demasiado brevemente permite que rebrote la enfermedad. Mezclar un buen tratamiento con otro buen tratamiento pero incompatible con el primero puede tener como resultado neto consecuencias muy indeseables.

Regla #5: Si el tratamiento lógico no funciona, entonces se requiere otro tratamiento. No importa lo descabellada que parezca la alternativa. Si lo que se está haciendo, por muy bien justificable que parezca, no está funcionando, entonces hay que hacer otra cosa. A mi me gusta decir que lo que diferencia a un programador bueno de uno genial es la capacidad de este último para encontrar soluciones a problemas que desafían la lógica.

Regla #6: Sólo se le hará caso al doctor si se le atribuye ser un experto. Lo cual en management y consultoría equivale a decir que sólo le harán caso al consultor si cobra suficiente dinero por su consejo, o, en otras palabras, que es esencial fijar bien el precio por hora para tener credibilidad.

Como cierre del post, haré incapié en la diferencia entre un diagnóstico y una consulta. En el diagnóstico el paciente no sabe lo que le sucede ni tampoco cómo arreglarlo. En la consulta el paciente sabe lo que le sucede y cómo arreglarlo. La mayoría de los trabajos para las empresas son de consultoría, no de diagnóstico. Muchas de las visitas al médico también son consultas, sólo que demasiados médicos no lo saben y, por consiguiente, se ponen a hacer un diagnóstico sin haber determinado primero si el paciente sabe lo que le sucede.

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