Qué diferentes las dos versiones sobre los entresijos de una firma de capital riesgo las publicadas recientemente por Gonzalo Carriazo en Loogic y por Zack Urlocker en GigaOm. La primera desde una perspectiva puramente financiera: levanto pasta → invierto → recupero, y la segunda desde la óptica de un Entrepreneur in Residence especializado en hacer crecer start-ups.
Gonzalo tiene razón en una cosa: es burocráticamente costosísimo gestionar un fondo invirtiendo en trocitos de unos pocos centenares de miles de euros, lo cual induce a buscar menos operaciones pero de mayor cuantía. Lo que yo cuestiono, para empezar, es que habría que incrementar las inversiones seed en un orden de magnitud. Hoy en día con 100.000€ no va una empresa a ninguna parte. Eso es lo que cuestan dos o tres empleados durante un año, sin contar otros gastos operativos y luego… ¿qué?
Lo que yo, personalmente y en mi limitada experiencia, me he encontrado en España, es que frecuentemente los inversores todavía no entienden muy bien el negocio de los emprendedores y estos, a su vez, no conocen los mecanismos por los que se rigue un fondo, lo cual genera unos problemas horrorosos en la relación entre ambos.
La diferencia crucial de planteamiento, según la relata Urlocker, es que su trabajo en Scale Venture Partners no consiste en darle un pez a nadie sino en enseñarle cómo pescar.
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