Ángel Medinilla escribía no hace mucho acerca de la consultoría gourmet exponiendo que contratar programadores al peso no es buena idea si lo que se quiere es fabricar buen software. La posición de Ángel es muy romántica, pero en la realidad el software de autor es como el cine de autor sirve para que vayan a verte unos pocos críticos elitistas y para morirte de hambre. Y a continuación voy a explicar porque.
A José Antonio del Moral le escuché explicar hace unos pocos días que para que te vaya bien en Silicon Valley tienes que estar «en las mafias de Internet«, haber estudiado en Stanford y tener ciertas conexiones en el mundillo del hampa geek que pulula por sitios como Il Fornaio o Buck’s. Decía José Antonio que él sólo conocía una persona quien hubiese logrado introducirse desde fuera, Loic Le Meur, y que incluso éste lo consiguió gracias a las conexiones previas que le había proprocionado LeWeb. Existen otros casos de outsiders como el de Loic, el del también francés Marc Fleury, o incluso empresas españolas como NTRglobal de la mano de Carles Cabré entre otros, pero son más bien excepciones a la regla general de que quién va a Silicon Valley probablemente vuelve con lo puesto.
Y es que si bien Silicon Valley es un lugar muy abierto a la diversidad racial en el fondo fabrican cosas para su propio mercado hiperlocal. Lo que sucede es que como todo el mundo tiene puestos sus focos en el Área de la Bahía cualquier cosa que fabriquen se populariza rápidamente en otras partes del mundo.
Me contaba Agustín Cuenca que por circunstancias X andaba reunido con Larry Augustin, el CEO de SugarCRM, y que le preguntó por hipergate a lo cual Larry le respondió que no conocia nuestro CRM a pesar de que en repetidas ocasiones hemos salido en informes de diversas consultoras independientes de peso. A Larry, simplemente, no le preocupa lo que pase en España, y, dado que ni de lejos somos ninguna amenaza significativa para ellos en su mercado local, pues Larry se puede permitir el lujo de ignorar hipergate pero yo no me puedo permitir el lujo de ignorar SugarCRM.
Un caso muy claro está expuesto en el artículo del 29 de septiembre del periodista Dana Blankenhorn de ZDNet. De visita en el Open World Forum de París, Blankenhorn cuenta que en el cocktail se encuentra «con el cabecilla de un proyecto en el espacio de CMS» y quiero detenerme en la forma exacta de la frase «el cabecilla de un proyecto en el espacio de CMS». Cuando redacta el artículo, Blankenhorn no se ha enterado bien de cual es el cargo de su interlocutor, no recuerda su nombre y no conoce el producto, que es en realidad un ECM y no un CMS, a pesar de que éste se encuentra en el Top 10 de SourceForge (Hipergate estuvo 6 meses en el Top 10 global de Sourceforge cuando salió la versión 2.0 y los de Sugar tampoco saben ni quienes somos). Una semana más tarde, el 6 de octubre, Blankenhorn se entera de que estaba hablando con Stefane Fermigier el CEO de Nuexo y publica otro artículo titulado Vienen los emprendedores franceses y otro más La fé francesa en el Open Source narrando su encuentro con Roberto Galoppini.
Conclusión: es inútil fabricar buen software si no estás en la pomada del mundillo geek que permite captar la atención de la gente. Es por eso que los insiders de Silicon Valley pasan tanto tiempo de sarao en sarao, porque si tienes suficiente dinero la implementación siempre te la puede hacer otro. Es bastante sorprendente que habiendo tantos emprendedores europeos en el Open Source en EE.UU. hasta los propios periodistas especializados les ignoren, pero así son las cosas. Y, por cierto, que una vez más los franceses nos han vuelto a adelantar en marketing, al menos en el OWF consiguieron que alguien en EE.UU. no sólo se enterase de su existencia sino que hasta se los tomase en serio. En España la OSWC ya ni se celebra y, de todos modos, tampoco había conseguido prácticamente ninguna repercusión internacional en sus cinco ediciones anteriores. Parece ser que continuaremos siendo un gueto tecnológico durante un tiempo, escribiendo software de autor y comiéndonos los mocos.
Sobre guetos y software de autor
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