El panorama de recursos humanos en consultoría

En la divertida e incisiva comedia Crueldad Intolerable de los hermanos Coen, cuando al Barón Krauss von Espy, bedel del hotel donde Catherine Zeta-Jones conoce al millonario Edward Herrmann, le preguntan a qué se dedica en la vida responde sorprendido: «¡Qué tontería! Pues… ¡soy Barón!».
Ayer estuve en la EOI en la presentación del informe Las personas, capital crítico y clave de futuro elaborado por la Asociación Española de Empresas de Consultoría.
Lo primero que hay que destacar es cómo hemos pasado de la era del departamento de personal, dirigido por abogados o ex-militares a una sala repleta de profesionales de recursos humanos sinceramente preocupados por el desarrollo profesional y personal de los empleados a su cargo.
En las empresas van adquiriendo cargos de responsabilidad personas salidas de las escuelas de masters, mucho más concientes que antaño acerca de la motivación y el bienestar de los subordinados.
Sin embargo, han aparecido nuevos problemas.
Cada día es más difícil encontrar un buen técnico. Técnicos mediocres hay muchos, porque como el sector no está regulado, de programador puede trabajar casi cualquiera. Jefecillos y gerentes de cuenta también es fácil dar una patada y aparecen quinientos. Pero programadores curtidos y con ganas de trabajar: eso es como buscar una perla en el mar.
Se dijo en la charla que con los programadores estaba pasando algo similar a lo que sucede con los empleos de perfil bajo que los españoles ya no quieren realizar. En este caso, los empleos de programador son ocupados por licenciados de otras carreras con menos salidas profesionales que la informática, que se reciclan haciendo cursos hasta que llegan a ser buenos técnicos informáticos.
Los informáticos se quejan de que hay intrusismo, pero, otra de las cosas que se dijo, y que sucede realmente, es que lo primero que dice el informático en una entrevista es que él no quiere programar.
Se comentaba que, con el paso del tiempo, estos trabajos de programar que la gente ya no quiere hacer se irán progresivamente externalizando a paises emergentes como India.
¿Porqué ya nadie quiere programar?
Hay varios factores decisivos:
1º) La programación es un trabajo con un resultado cuantitativamente medible muy jodido: el programa o está perfecto o está mal. En programación no existe tal cosa como 99% bien con un pequeño fallito. Pues ese «fallito» puede ser un aparentemente nimio agujero de seguridad a través del cual alguien malintencionado destroza todo el sistema.
2º) No se retribuye suficientemente bien a los programadores experimentados. Por muchos años de experiencia que tenga un programador, si se quiere subir el sueldo, se tiene que hacer jefe de algo y dejar de tocar código. La insuficiente retribución está en parte relacionada con la política salarial de las consultoras, pero sólo en parte, en realidad el problema de fondo es que los clientes, en general, no quieren o no pueden pagar lo que realmente debería costar la hora de consultoría de un buen técnico.
3º) Aprender a hacer buen software cuesta muchos años de aprendizaje, y un esfuerzo permanente de reciclaje profesional. La verdad es que es más cómodo hacerse Gerente de Proyecto dejar de leer horripilantes libros técnicos todos los meses.
4º) Si ser programador es difícil, ser jefe de un equipo de programadores es aún más difícil. La consecuencia de esta dificultad es que hay demasiados jefes carentes de las suficientes competencias, que dirigen mal al equipo y lo acaban quemando. La quemazón profesional sistemática de los programadores es algo que difícilmente se encuentra en otras profesiones. Puede que en parte se deba al pesimismo patológico generalizado en muchos programadores. Pero también existe un factor externo de vender y gestionar chapuzas que destruyen la moral de las personas que tienen que llevarlas a cabo.
Se contaba también en la charla que antes un consultor junior echaba más horas que un reloj, incluyendo sábados y fiestas de guardar, para sacar un proyecto adelante y medrar profesionalemente. Pero que ahora la gente busca «otras cosas» como «relacionarse» o «salir a las seis». Quizá deberíamos poner una tarifa de consultoría sólo por levantarse de la cama, porque a mi, personalmente, amenudo me cuesta un esfuerzo de la ostia que nadie me retribuye. Está claro que es necesario conciliar la vida personal con la laboral, pero, si tenemos la tasa de productividad más baja de Europa no es porque tengamos menos medios o estemos peor organizados o seamos más tontos, sino simplemente porque trabajamos menos.
Mi madre, que no es ninguna autoridad en consultoría, pero sí una persona con la sabiduría que da el paso de los años, dice que antes «el que llenaba el botijo, sabía que era el que llenaba el botijo» pero ahora todos somos el Barón Krauss von Espy, y, claro, además de socializarse frívolamente con los huéspedes, en el hotel alguien tiene que hacer el trabajo de verdad.
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