Ayer estuve viendo en DVD la película Operación Swordfish. Es de 2001 pero no la había visto. En ella un programador finlandes (Axl Torvalds) intenta entrar ilegalmente en EE.UU. pero es capturado por el FBI y misteriosamente asesinado. En su lugar reclutan a Stanley Jobson, un hacker norteamericano que acaba de salir de prisión para hacer el trabajo del difunto Torvalds.
El cine es un reflejo de la cultura, y esto es lo que piensan los americanos de los europeos: unos tipos que son listos y tienen buenas ideas, pero perfectamente sacrificables como peones para dejar paso a la auténtica tropa de alfiles, caballos y torres norteamericanos.
Mientras continuemos jugando al ajedrez sólo con peones vamos a seguir perdiendo la partida estratégica siempre. El espíritu emprendedor está bien, pero a veces en la guerra no hay mucha distancia entre un héroe y un bocadillo de carne picada.
Programadores de usar y tirar
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