Terrorismo laboral

Me estoy leyendo un libro clásico del año 81 The Soul of a new Machine con el que Tracy Kidder ganó el Pulitzer narrado la historia del fulgurante éxito de Data General como spin-off de Digital Equipment Corp y la posterior historia de ingenieros veteranos contratando recién graduados para explotar su ignorancia de los tiempos necesarios para desarrollar algo en la carrera contra reloj por desarrollar un chip de 32 bits en los 70.
Es increíble como ha cambiado la mentalidad desde entonces a ahora cuando, en palabras de López de Arriortúa, vivimos en la era del «señor trabajador».
A menudo oigo gente comentar que están laboralmente acosados, que sufren mobbing. La mayoría de las veces pienso que no saben jugar sus cartas.
Veamos, en un pais desarrollado, con una tasa de desempleo baja y suficiente protección social es mucho más facil agobiar al jefe que viceversa. De hecho cualquier trabajador astuto mantiene a su jefe permanentemente agobiado. Si el jefe tiene tiempo de pensar: malo, porque normalmente sólo se le ocurren pajas mentales de tamaño mayúsculo. En una ocasión le pregunté a mi sargento de infantería porqué teníamos que estar todo el día limpiando el CETME. Me respondió simplemente: «¡CHAVAL! NO QUIERO VER A NADIE PARAO». Y tenía razón, el aburrimiento es muy perjudicial, y el aburrimento del jefe doblemente perjudicial.
Alfredo Hoces inicia su divertido libro Fuckowski contando que existe una delgada línea marrón que divide el mundo en dos conjuntos de personas: los que directamente nacieron por encima de la línea de flotación y los que luchan desesperadamente por salir de la mierda.
El primer paso para cruzar la línea marrón es determinar hasta que punto necesitas a tu jefe. Luego se aplica una tabla de decisión:

Estado Acción recomendada
No le necesitas para nada, te da igual que te despida Técnica del enfrentamiento directo: «a tomar por culo». Pasar olímpicamente de lo que diga.
Sería conveniente que no te despidiese Hacer lo justo para cumplir. Caída de boli a las seis en punto. Explotar sus sentimientos de culpa
La retribución variable es necesaria para comprar el coche nuevo Fingir que se está muy comprometido con el proyecto. Poner cara seria y circumspecta ante los problemas. Quedarse de vez en cuando en la empresa hasta las 23:00 navegando por Internet
Necesitas un ascenso Hacer la pelota. Repetir insistentemente la mítica frase de Hommer Simpson «¡qué gran idea jefe!»
Necesitas desesperadamente el trabajo Técnica vaselina, y a sufrir en silencio…

Si se tiene suficiente poder, existen básicamente cuatro formas de terrorismo laboral:
• Mobbing bottom-up
Esta técnica consiste en darse cuenta de que tu jefe te necesita más a ti que tu a él. Por consiguiente si el trabajo sale mal, quien está auténticamente jodido es él. Es posible que no pueda comprarse el nuevo BMW XX. O peor, que tenga que sacar a los niños del colegio elitista de pago, lo cual podría acarrearle un divorcio. El mobbing bottom-up se practica habitualmente ocultando pequeños fragmentos de información que el jefe necesita para dar explicaciones a sus superiores, forzándole a que incumpla sus plazos comprometidos, o ejerciendo un tipo de resistencia pasiva a la cual el jefe tiene muy difícil poner objeciones concretas.
• Filtración de rumores
La gente tiene tendencia a dar más crédito a los rumores que a la información que circula por los conductos oficiales. La rumorología de la sala de café es una técnica muy eficaz de intoxicación gerencial.
• Robo de la cartera comercial
Consiste en contarle a los clientes que la empresa va fatal y llevárselos bajo el brazo a la competencia. Es cláramente ilegal en la mayoría de los casos, aunque también una práctica bastante habitual. En Silicon Valley muchos de los start-ups exitosos son un spin-off de una gran corporación, como es el caso de Siebel con Oracle.
• Robo de propiedad intelectual
Es una variante del robo de la cartera comercial y frecuentemente se practican en combinación. Consiste en aprovechar los conocimientos adquiridos en la empresa en beneficio propio. Sustrayendo al empleador los derechos adquiridos por el pago de salarios. También es muy típica. De hecho en las empresas tecnológica las amenazas más peligrosas no proceden de la competencia sino de la tendencia de los propios empleados más exitosos a declararse república independiente. Es por esto que Google pone tanto énfasis en que los empleados puedan desarrollar sus propios proyectos dentro de Google incluso permitiéndoles usar un porcentaje de sus jornada laboral para sus propios fines. La pérdida de horas dedicadas a la empresa se compensa con el incremente de la creatividad y la reducción del riesgo de fuga por spin-off.

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