El falso mito de la comunidad

Creía que éramos los únicos a quienes nos costaba Dios y Ayuda montar una comunidad de desarrollo en torno a nuestro producto de software libre.
Pero según leo en este post de SteelGryphon, uno de los seis miembros del equipo de desarrollo de Firefox afirma que en realidad el producto entero se lo pican entre dos o tres personas y los otros 25 millones de usuarios, básicamente, miran.
Siempre he pensado que las aplicaciones más elegantes son las desarrolladas en su totalidad por una sola persona (o un puñado de ellas como máximo). En cuanto se sobrepasa el umbral de 5 el código pierde uniformidad y la calidad se vuelve desigual. Estoy hablando de desarrolladores geniales, naturalmente.
Basta mirarse los fuentes de Gnome o de Debian para comprobar el procentaje brutal de ellos que sin duda fueron escritos directamente por Miguel (y conste que el de Ximian es uno de los equipos mejor cohesionados que he visto últimamente).
Personalmente he llegado a la conclusión de que el modelo de desarrollo basado comunidad sólo funciona si estás (como creador) dispuesto a peder el control sobre la evolución del producto. No quiero decir con esto que el modelo de comunidad sea de repente malo, sino que siendo muy útil para dar soporte y crear anexos a un producto, es prácticamente imposible aplicarlo para extender el núcleo base de un desarrollo de software.
Creo, además que algunos proyectos libres fracasan a mitad de camino porque en su plan de desarrollo confían, ingénuamente en que en algún momento del tiempo sea posible repartir el trabajo contemplado en el roadmap y volcar algo de su peso sobre la comunidad, lo cual rara vez sucede. Los contribuidores desarrollan exclusivamente cosas para si mismos y sólo cuando no pueden explotarlas comercialmente las liberan. Adicionalmente, estas contribuciones normalmente no están diseñadas para su redistribución como el software original haciendo parecer el resultado una especie de Frankenstein a menos que se apliquen de forma muy temprana unas normas estrictas para el desarrollo y control de calidad de las extensiones.
Artículo relacionado: Uno currando y diez mirando

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