Canon para todo

Leo en Cinco Días que en Alemania los tribunales han decidido aplicar un canon de derechos de autor a las impresoras por considerarlas «máquinas de copiar».
No acabamos de librarnos de la pesadilla de las patentes y entramos en otra mucho peor: la de los derechos de autor, porque al menos las patentes protegen (en teoría) un decubrimiento o un método singular pero se puede registrar la propiedad intelectual virtualmente de cualquier cosa.
Lo paradójico del caso es que, en mi opinión, muchos que luchan exacerbadamente contra las patentes en favor del registro de propiedad intelectual no son conscientes de que podría ser salir de la sartén para caer en las brasas.
Si continúa por el cauce actual, el canon sobre los soportes digitales llevado al absurdo permitirá cobrar por cualquier dispositivo físico con capacidad de almacenamiento o transmisión de datos. ¿No es acaso la ADSL la herramienta nº1 de los piratas de material sujeto a derechos de autor?
Las compañías como Microsoft ya no necesitarían poner pleitos individuales uno por uno contra quienes realizasen copias ilegales o violasen sus patentes. Les bastaría con imponer un canon por cada PC vendido en el mundo (llevase Windows o no).
La situación actual recuerda pasmosamente a la anécdota citada en el libro Free Culture en la cual algunos propietarios demandan a las compañías aéreas exiguiendo derechos de paso de los aviones sobre sus terrenos privados.
Creo que mañana llamaré a unos amigos y les propondré crear la SGAS (Sociedad General de Autores de Software). A fin de cuentas los CDs se utilizan igualmente para violar los derechos musicales y audiovisuales como los derechos de propiedad intelectual de software reconocidos por la misma ley. Sólo que quizá estos amigos me digan que no, porque algunos desarrolladores de software somos los únicos tontos que nos hemos creído de verdad aquello de que uno debe vivir del valor que aporta a la sociedad y no de los resquicios legales que encuentre.

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