Las cajas negras y la ilusión de hacerse cargo

Vivimos en un mundo cada vez más repleto de «cajas negras», me refiero a artefactos imprescindibles para el funcionamiento diario pero que cada vez menos gente comprende cómo funcionan internamente. Cuando yo era estudiante de informática se explicaban a los alumnos los fundamentos de funcionamiento de los microprocesadores, supongo que todavía lo hacen, aunque dudo que ningún chaval de 2º de carrera pueda entender cómo funciona un procesador Intel Xeon con el mismo grado de profundidad que nosotros entendíamos cómo funcionaba un Zilog Z80.

Las cajas negras son un peligro, como pusieron de manifiesto el escándalo Madoff o más recientemente la polémica de Greg Smith contra Goldman Sachs. Por no hablar de la total falta de transparencia en la política.

El fondo último del problema es que todo se ha vuelto tan complejo que incluso aunque todos los datos estén disponibles encima de una mesa se requiere un verdadero experto para saber interpretarlos. Esta complejidad intrínseca abre nuevas y grandes oportunidades para los conocedores de los entresijos de las cajas negras, al estilo en el cual la NASA tuvo que desjubilar a Eastwood, Lee Jones, Sutherland y Garner para recuperar el vetusto satélite soviético IKON en aquella película de Space Cowboys. Para los jóvenes el desafío estriba en que se requieren varias décadas de aprendizaje antes de poder dominar a una de estas bestias negras. Un esfuerzo titánico cuyo camino cada vez menos de ellos emprenden debido a la falta de confianza en que aunque lo lograsen a duras penas recibirían una compensación digna por ello. Se innova, inventa y descubre más de joven que de mayor, pero no se puede comprender una caja negra en tan sólo unos pocos años. Una anécdota que creo que lo refleja es que el premio nobel de física más joven lo ganó William L. Bragg en 1915 cuando tenía sólo 25 años, mientras que el laureado de menor edad en economía fue Kenneth J. Arrow en 1972 a los 51. Aunque también hay físicos galardonados en su ancianidad como Raymond Davis Jr a los 88 en 2002, el premio se refiere a sus trabajos en la detección de neutrinos cósmicos que datan de 1958.

Más peligroso aún que las propias cajas negras son los que creen que pueden usarlas estudiando sus inputs y sus outputs sin tener ni idea sobre cómo funcionan internamente. Algunos jefes de proyecto aplican, sin conocerlo, el principio holográfico, en su estilo de gestión y a veces hasta les funciona durante un tiempo hasta que se dan el gran batacazo. Pero el subconjunto de ignorantes sobre cajas negras más potencialmente dañino es el de los políticos. Estos creen que pueden alterar el funcionamiento de las cajas ejerciendo su poder y haciendo políticas. En una ilusión de hacerse cargo creyéndose más listos, competentes y audaces que sus predecesores se embarcan a si mismos y a sus ciudadanos en la misión de diseñar el futuro al estilo de los planes quinquenales sin saber cómo funciona el presente. Existe un buen paralelismo en la programación para dicha conducta de desdeñar los detalles aprendidos por un predecesor. Siempre es más fácil escribir código que leer el código que otro a escrito. Esto es debido a dos factores: 1º) cuando escribes tienes en mente un modelo subyacente para el código mientras que cuando lees tienes que descubrir cual era el modelo entresacándolo de las líneas sueltas, y 2º) cuando escribes tienes en mente un modelo limpio y exento de excepciones mientras que cuando lees estás mirando a una maraña de instrucciones que son el parche sobre el parche puestos ahí para amoldar el funcionamiento teórico del programa a los múltiples casos particulares de la cruda realidad.

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