Antes de seguir leyendo este post haz un simple ejercicio: en las opciones de tu navegador (sea cual sea) dile que te muestre todas las cookies que tienes guardadas.
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Hazlo…
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Venga…
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De verdad…
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¿Sorprendido de la cantidad de cookies? Seguro que sí. O, si lo quieres ver de otra forma, visita SelectOut. La privacidad se parece un aspecto a la seguridad vial, casi nadie repara en su importancia si no ha sufrido un accidente al cual sobrevivieron milagrosamente.
ReadWriteWeb publicaba recientemente un artículo titulado Google ofrece tus datos en el cual hacía referencia al buscador Duck Duck Go lanzado en 2008 por Gabriel Weinberg (creador de la pionera NamesDatabase). Duck Duck Go ofrece búsquedas con Do Not Track Option. La propia página de inicio ofrece un ejemplo de lo que pasa cuando buscas “herpes” en Google. Y lo que explica es muy cierto. Google tiene una soprendente capacidad para mantener las sesiones abiertas siempre cuando sales de GMail, AdWords o Analytics. Lo cual es una deficiencia de seguridad puesta ahí a propósito para seguir trazando todo lo que haces online incluso cuando no tienes conciencia ni de que estás haciendo nada con Google.
Duck Duck Go está principalmente basado en el API de Yahoo! BOSS enriquecido con resultados de Wikipedia y otros sitios. De manera que es dudoso que ofrezca resultados con mejor precision y recall que Google. Su plus es en respeto por la privacidad.
En la misma línea, Rosario G. Gómez publicaba en CiberP@is es reportaje quiero que Internet se olvide de mí explicando el calvario que puede llegar a ser salir de Internet.
Y es que el tema no es baladí. Stallman, que puede ser muchas cosas buenas y no tan buenas, pero indudablemente es un visionario, llegó a calificar el uso de GMail como peor que estupidez.
La legislación nacional e internacional está muy retrasada en lo relativo a protección de datos, esencialmente porque los legisladores parecen entender poco o nada sobre los usos, y abusos, que se pueden hacer con el data minning y el business intelligence. Las leyes se han concentrado en el SPAM y en proteger algunos datos especialmente sensibles como la orientación sexual, la fe religiosa, la tendencia política y el historial médico. Y, al menos en lo que se refiere a paliar el SPAM, todas las leyes han demostrado ser totalmente ineficaces.
Internet puede ser una fantástica fuente de información, pero también una poderosa herramienta de autodesinformación si se confía en información obsoleta o no debidamente constrastada. Un ejemplo de ello es el de los cibercondríacos. Leer acerca de las dolencias que uno puede sufrir es en si mismo bueno. Pero es totalmente cierto que nunca hay que confiar en Internet para autodiagnosticarse porque muchos artículos médicos escritos para el consumo popular que se encuentran en Internet son exagerados o no explican bien la correlación estadística entre unos determinados síntomas y una determinada enfermedad, pudiendo dar a entender que un simple dolor de cabeza bien podría ser el síntoma probable de un tumor cerebral.
Conozco muchos emprendedores que en algún momento dado se dieron un buen guantazo empresarial. Entre la élite emprendedora está hasta bien visto haberse dado una ostia monumental. Porque se considera que no se aprende de los éxitos sino de los errores y sólo tras un piñazo lo suficientemente gordo puedes estar bien curtido. No obstante, si tuviésemos que atenernos a los hechos aparentes, estos emprendedores experimentados serían como apestados. Tienen cicatrices de proyectos fallidos, ilusiones rotas, procesos judiciales, deudas impagables, stakeholders cabreados, divorcios y toda clase historias para no dormir.
Cualquier persona que ha terminado con su pasado tiene derecho a que su pasado termine también con ella. Esto en Internet actualmente no es así. El derecho al olvido es algo que se remonta a lo más antiguo de nuestra cultura. Fue Jesucristo quien dijo aquello de «perdonar hasta setenta veces siete veces» (Mateo 18, 21:19) pero la caducidad forzosa de las deudas y ofensas en el año del jubileo se remonta a mucho antes (Levítico 25:40). En fin, que si hubiese existido Internet en el siglo I a San Pablo jamás le hubiesen dado un empleo de apóstol.
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