La industrialización inexorable del software

Code Monkey
Leyendo el post de José Luis Mortadelo y yo y las cárnicas del software, iba a titular esta entrada de una forma más sensacionalista. Algo así como «Las ETTs del Software» o «Las Factorías de la Precariedad». Pero sería injusto y erróneo generalizar de esa forma y meter a todas las software factories en el mismo saco.
El pasado 7 de noviembre Fernando Barciela publicaba en El Pais Negocios que la facturación de las factorías de software españolas ha pasado de 26,7 millones en 2004 a 376 millones en 2008 y sigue creciendo a un ritmo superior al 20% anual.
A principios de 2009 ya comentábamos en La Pastilla Roja que las TIC están siendo inmunes a esta crisis. Aunque es poco probable, en mi opinión, que España se convierta en una gran potencia relevante en near shore europeo de desarrollo de software y a continuación explicaré porqué.
Casi todos los colegas de Grupo Tibi me dicen que 2010 ha sido un buen año. Los empresarios tienen tendencia a ser optimistas crónicos, pero para KnowGate también ha sido un buen año, de modo que les creo. En general, todas las empresas de externalización de servicios van bien. Esto es debido a que se está desintegrando el mercado de trabajo y en la medida en la que las empresas contratan menos trabajadores propios se ven en la necesidad de subcontratar más por la vía mercantil para cubrir sus necesidades de tecnologías de la información. Como los salarios en las capitales de provincia son más bajos que en las grandes ciudades, las empresas encuentran en las factorías de software una buena fuente de mano de obra barata.
El trabajo de los informáticos es tanto el desarrollo de software como la atención diaria de sistemas (devops) y actualmente es perfectamente posible realizar dicha operación de sistemas desde lugares remotos a través de una línea segura.
Otro factor en juego es que es difícil encontrar buenos técnicos. Formar a un buen informático (como a cualquier otro buen ingeniero) cuesta largos años de inversión que luego los clientes no pueden o no quieren pagar porque el precio les parece una burrada. La solución adoptada es entonces la del McDonald’s: si no puedes encontrar un buen chef pues montas un restaurante de comida que a la gente le guste pero donde nadie sepa realmente cocinar. Este es el proceso de industrialización del software. Se trata de dividir el desarrollo en etapas compartimentalizadas y super especializadas en las cuales cada persona implicada sólo necesite unos conocimientos muy específicos y sea fácilmente substituible.
Ya hay desde hace tiempo programas que se desarrollan de esta manera, en el software bancario, por ejemplo, las empresas tratan de eliminar su dependencia de los programadores superhéroe, se invierte menos en salarios de los peones programadores y en lo que se gasta mucho es en pagar a quienes diseñan y controlan el proceso industrial.
El potencial exportador de las factorías me parece limitado por dos motivos:
1º) Porque cuando se decide ir off-shore, normalmente el objetivo primordial es abaratar costes y entonces la decisión final es ir totalmente off-shore y no solamente near-shore.
2º) Porque Europa es un mercado fragmentado geográfica, idiomática y culturalmente. Para una empresa con aspiraciones multinacionales el nivel medio de Inglés importa tanto como el nivel medio de Java. En esto no es que vayamos ni mejor ni peor que los hindús, pero es que los clientes amenudo tampoco hablan muy bien inglés que digamos. El Alemania lo tienen más fácil para contratar en Europa del Este, donde son aún más baratos que en España y además hay más gente que hable alemán. Los franceses tienden a ser muy proteccionistas y dudo que, en general, contraten a ninguna factoría en España que no hayan montado ellos mismos. Eso nos deja a efectos prácticos el Reino Unido e Italia, aunque yo creo que sería más probable que acabásemos desarrollándole algo tocho al gobierno de Marruecos o al de Argelia.
Tomando sólo un ejemplo concreto (y para nada creo que especial) en marzo de 2009 la multinacional alemana Comparex anunciaba el traslado de su sede de Barcelona a Mérida para incrementar su plantilla y exportar proyectos. Un año después, en abril de 2010, su cliente de referencia era el SES (Servicio Extremeño de Salud) y con una plantilla de 100 trabajadores andaba a tortas con Comisiones Obreras por tratar, presuntamente, «de manera inadmisible a los empleados». Y no es que los sindicatos sean santos de mi devoción, ni que me parezca mal que el SES subcontrate en su propia región, ni que discuta sobre si los salarios son o no justos. Simplemente no me parece que con tales circunstancias exista un clima favorable para expandirse por Europa. En cualquier caso, las factorías son una forma de tejido TIC local y eso siempre es positivo para una región. Antaño el informático extremeño tenía dos opciones: a) emigrar a Barcelona o b) dedicarse a otra cosa. Después del traslado de Comparex tiene la opción adicional de quedarse en Mérida y, si las condiciones laborales que le ofrecen son precarias siempre tiene la opción de aprender y montárselo por su cuenta despidiendo a su jefe.
A mi, que me gusta ser consultor artesano, el modelo de las factorías me chirria un poco, y además, opino que contribuyen en parte a alimentar el mercado del software chapucero porque no han inventado ningún sistema milagroso para reducir costes. No obstante, no dejo de reconocer que existen para cubrir una demanda real de mercado, y que los hackers artesanos probablemente vamos camino en convertirnos en algo anacrónico del pasado.
Factorias de software en España 2008
Post relacionado: España, ¿referente en Software Libre?
P.D. Me interesan casos de éxito de factorías en España. Si alguien tiene alguno que contar, le invito a que me escriba a sergiom arroba knowgate punto com.

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