Este mes salieron las resoluciones de subvenciones del Plan Avanza, que son una lotería como pocas para los solicitantes.
Opiniones las ha habido variopintas, de moderada alegría por los afortunados elegidos y de comprensible desilusión por aquello a quienes les denegaron la ayuda para proyectos que, en principio, podían tener muy buena pinta.
Pedir una subvención de este tipo sin experiencia previa y sin contactos para hacer lobby puede ser muy frustrante, porque las posibilidades de conseguirla son ciertamente pocas.
En los foros y listas existe cierta tendencia a pensar que los emprendedores-PyME son los «buenos» y la Administración y las Grandes Empresas son los «malos» pero esto no es necesariamente así, y voy a intentar explicar porqué.
1º) Cualquier procedimiento que sale 100% a concurso público es un auténtico infierno gerencial para el que lo convoca. Se recibe una avalancha de solicitudes de gente que no se conoce de nada, con proyectos que amenudo son difíciles de comprender y que no siempre están explicados en una forma que resulte sencilla de puntuar para un evaluador. Este problema del volumen de solicitudes no es ninguna excusa barata sino algo muy real. Por aquel principio de la cibernética que dice que la complejidad de cualquier sistema de control es aproximadamente igual a la complejidad del sistema controlado, si hubiere que leer y revisar realmente concienzudamente todas las solicitudes, entonces se gastaría una tan fracción considerable del presupuesto que las subvenciones se verían seriamente mermadas.
2º) Por razones X (que yo no alcanzo a comprender) ya he comentado con anterioridad que Avanza mezcla todo lo económico, con lo social, lo político, lo innovador y hasta lo autonómico. Quizá es simplemente que en España somos incapaces de hacer las cosas por una sola causa, no se puede sólo ayudar a las empresas, o promover la innovación, sino que en cualquier acción hay, además, que promover el empleo, el desarrollo de la sociedad de la información y hasta el acceso de la mujer a las nuevas tecnologías. Es muy difícil presentar proyectos que combinen todos estos factores.
3º) Una política pública debe promover proyectos que tengan un cierto impacto social. Queda bien y es políticamente correcto hablar de la PyME, pero para ganar una carrera el coche importa tanto como el piloto (por eso Fernando Alonso queda décimo). Ergo no es suficiente sólo con saber conducir muy bien, sino que, además, se precisa una escudería potente por detrás. Es por ello que priman los proyectos integrados y en cooperación frente a los pequeños e individuales.
4º) Si bien es cierto que las grandes empresas tienen mayores probabilidades de obtener subvenciones, no es menos cierto que las órdenes de base cuentan con mecanismos específicamente diseñados para fomentar la participación de las PyMEs en consorcios. En particular, las subvenciones que reciben las PyMEs son mayores que las que reciben las grandes empresas. El truco es, pues, que si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él: el primer paso para obtener una subvención es persuadir a una gran empresa para que acepte formar parte de un proyecto en cooperación.
5º) Además de redactar la petición, es menester ir a hablar con los evaluadores. Y esto no tiene en absoluto que ver con que haya tráfico de influencias, ni nada turbio, es, sencillamente, que las cosas se entienden mejor cuando se explican.
6º) Es cierto, en mi opinión, que se dan «proyectos pelotazo», en los cuales se te cae el alma a los pies cuando ves lo que han hecho con el dinero. Pero ello no se debe, a mi juicio, a un mal criterio de los evaluadores, sino a que existen tramposos profesionales de las subvenciones. Parásitos genuinos cuyo único cliente es el otorgador de la subvención.
7º) Hay una percepción errónea de la innovación como un fin en si mismo y no como un medio. Ningún proyecto debería ganar o perder puntos por su «grado de innovación». Lo que importa es el impacto que el proyecto tiene en la sociedad, no si es más o menos «cool», «rompedor» o atractivo a la vista. Las innovaciones más útiles se producen mejorando procesos existentes, a mi me gusta el ejemplo de Zara, y su idea de rotar más rápido los stocks de las tiendas, algo que, sin duda alguna jamás hubiera recibido subvención alguna de ningún tipo debido a su «evidente falta de innovación».
En resumen, yo diría que las «políticas» son eso: políticas y están muy bien pero no pueden (ni deben) reemplazar a la iniciativa privada. Lo único que que está realmente mal es lo magro de los presupuestos. No se puede hablar de cambiar el modelo productivo del pais y acto seguido apoyar la innovación con la calderilla. y en esto sí que voy a ser rotundo: las partidas económicas totales del Plan Avanza son una broma pesada, diseñada para quedar bien de cara a la galería pero que demuestran que en el gobierno sigue sin haber un compromiso real con las empresas de la nueva economía.
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Sobre la estructura de las subvenciones Avanza
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