Según el evangelio de Juan, el primer milagro de Jesús consistió en convertir el agua en vino durante la boda en Caná. Y no fue poca cantidad, seis tinajas de piedra nada menos (se conoce que por aquel entonces aún no operaban en Galilea los controles de la Dirección General de Tráfico).
Resulta significativo que el primer acto divino de Jesús tenga que ver con la multiplicación de un recurso escaso.
Hace un par de semanas estaba tomando un café en Sevilla con un emprendedor que explicaba con magnífica lucidez el problema de los recursos en los proyectos informáticos.
El problema es que un programador experto quiere ganar más de 40.000 al año» (decía) «Lo cual en coste de empresa supone alrededor de 55.000» Sin embargo, el precio de mercado está a 6.000 por mes/persona, con un máximo de 10 meses facturables al año entre vacaciones y bajas por diversos motivos.
Entonces, el margen bruto para la empresa son 5.000 al año por programador. Lo cual es inadmisible puesto que la más mínima parada en el taxímetro de la facturación mete a la empresa en pérdidas.
¿Cómo se soluciona el problema anterior? Pues muy fácil: subcontratando dos veces el mismo programador a dos clientes diferentes, obteniendo así 100.000 de facturación al año por el recurso humano, lo cual ya es algo mucho más razonable.»
Las consecuencias de este escenario son bastante fáciles de preveer:
a) El programador se pasa todo el día más quemado que la pipa de un indio diciendo que no le da tiempo de hacer todo lo que le han mandado.
b) El cliente se queja de que por lo que paga, el programador nunca está cuando se le necesita.
c) Los plazos se alargan y el proyecto se tuerce.
Y que nadie se llame a engaño, las grandes empresas hacen esto exactamente lo mismo que las pequeñas. A veces incluso de forma mucho peor. Porque en una PyME compacta de 10 a 50 personas no hay mucho espacio para la mediocridad pero en un grupo de 500 a 1.000 hay fauna de todo tipo.
Una solución es lo que yo llamo «el pool de administradores certificados de Oracle» una presunta horda de expertos que el proveedor ofrece al cliente 24×7 para solucionar en 90 minutos cualquier problema. Este pool consiste en realidad en un par de administradores experimentados, que dirigen a una pandilla de chavales junior mal pagados que trabajan en remoto con un portátil. Los junior filtran las peticiones y mantienen al cliente distraido mientras los senior obran el milagro de la conversión del agua en vino. El plazo de resolución de incidencias es igual de largo que si los junior no existiesen, pero el cliente tiene la sensación de que alguien se está ocupando de sus problemas, y los senior no están bombardeados a llamadas telefónicas, lo cual no es una mala solución para nada.
La sobreasignación favorece en cualquier caso a las empresas grandes, porque estadísticamente es más fácil rotar gente cuando tienes 1.000 que cuando tienes sólo 10.
Otra vía de escape es la contratación off-shore cuyo problema actual, en base a mi experiencia personal, es que es 3 ó 4 veces más barata que la mano de obra española, pero también de 3 a 6 veces menos productiva. Con lo cual lo que al principio puede parece muy barato en coste por hora puede en realidad salir muy caro en coste, tiempo y calidad. Aunque el tema del off-shore merecería otro largo y tendido post en si mismo.
Se podría argüir que el problema son los elevados salarios de los programadores. Pero no es cierto, porque los programadores cobran en media menos que los ingenieros de otras disciplinas con titulación y experiencia profesional equivalente.
Es necesario acabar con la percepción de que el software es algo barato. No lo es. Y de que uno puede llegar a una boda con los bolsillos vacíos y comprar seis tinajas de agua para luego encargar al sumiller que las convierta en vino antes de que lleguen los invitados.
El milagro de los recursos
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