Un detalle que me sorprendió visitando el caribe hace años es que en algunos lugares no saben lo que es una fregona. Limpian el suelo de rodillas con un trapo. No creo que dicha práctica sea por falta de desarrollo tecnológico, ni tampoco por gusto, sino simplemente porque a nadie se la a ocurrido aún la idea de importar algunas fregonas.
En otra ocasión una buena amiga venezolana me preguntó porqué las medicinas infantiles tienen siempre tan mal sabor en España. Y tampoco creo que un poco de sorbitol y aroma de fresa extra sean ningún escollo insalvable para la industria farmacéutica.
En el año 2003, cuando le hablámos a los bancos de financiar la construcción de lofts (despachos profesionales que pueden servir como vivienda) nos miraban como si estuviéramos locos, cuando el concepto estaba ya por aquel entonces más que probado en otras partes del globo.
Tenemos tendencia a pensar en la innovación como el proceso de generación de un conocimiento exclusivo y totalmente único, y con ello nos olvidamos de que la transferencia de ideas y productos de un lugar a otro del globo sigue siendo una importante fuente de progreso.
Quizá deberíamos abrir programos de investigación orientados no sólo a que la gente invente algo nuevo o algo sorprendente, sino simplemente a que se enteren de cómo aplicar y mejorar cosas que ya hayan inventado en algún otro lugar.
Innovación osmótica
Esta entrada fue publicada en Patrimonio Común de Innovación. Guarda el enlace permanente.