Una de las primeras cosas de las que me di cuenta cuando entré en la Facultad de Informática es que el número de horas que pasaba delante del ordenador era inversamente proporcional a los resultados académicos que obtenía.
El decano nos había reunido el primer día a los «primates» y nos había aclarado amablemente algunas cosas:
1ª Le había dicho al Ministerio que el cupo máximo eran 400 alumnos y le habían mandado 600, así que «sobrábamos» 200.
2ª El que hubiese entrado en la universidad esperando que le enseñaran a programar ya podía largarse, allí se daba una «formación», los programadores los adiestraban en la escuelas de formación profesional.
3ª El que supiera BASIC que se pegara un tiro.
El resultado neto era un sistema que estrujaba a los alumnos para deshacerse del «excedente» para, al final, sacar al mercado una promoción de informáticos que a duras penas se apañaba con el compilador y mucho menos con una base de datos de verdad.
16 años después de aquella mítica bienvenida, me gano la vida manteniendo aplicaciones escritas en VisualBASIC, entre otras cosas (suerte que no me pegué un tiro). Y en EE.UU. se están vaciando las aulas de informática porque los estudiantes prefieren hacer FP antes que una ingeniería de 4 años por miedo a quedarse sin trabajo a causa de la subcontratación India.
Afortunadamente, las cosas han cambiado de un tiempo a esta parte. El fin del baby boom de los 70 ha reducido la presión demográfica sobre las aulas, y los decanos son bastante más sensibles a que hay que flexibilizar la educación y abrirla al mercado.
Esta historia viene al hilo de un post de Jonathan Schwartz (CEO de Sun) en el que cuenta le cuenta a Tony Blair que a las empresas de alta tecnología no les importan los costes de mano de obra y le recomienda invertir en mejorar la educación no tanto para crear instituciones prestigiosas como para potenciar el talento.
No estoy muy de acuerdo con Schwartz. Para empezar, la mayoría de los grandes genios se largaron por su propio pie de la universidad (será que el sistema educativo no estaba hecho para ellos). Y la creciente cantidad de trabajo deslocalizado en India y Sudamérica demuestra que los costes sí importan. Incluso un ventajoso sistema fiscal para empresas extrangeras como el irlandés ha demostrado que sí importa.
Pese a las crecientes inversiones que se han hecho en modernizar las escuelas y dotarlas de tecnología (los colegios actuales parecen un hotel de 4 ****) España sigue presentando el tercer índice de fracaso escolar más elevado de la Unión Europea.
Yo creo que esto es causado por intentar solucionar con tecnología un problema que no es tecnológico. No estoy para nada en contra de poner más PCs en las escuelas. Mi argumento es que la piedra angular del sistema educativo es el profesor y en España los profesores están mal pagados, desmotivados y a menudo desconectados del mundo de la empresa.
El PC y la televisión (si, la tele) son herramientas instructivas, pero poco bien causan si hacen que el alumno pierda el hábito de leer.
Sobre la tecnología, de poco sirve que se pongan PCs en las aulas, si al final los van a evaluar por las mates y la lengua co-oficial que les haya tocado. Con suerte, aprenderán a programar y pondrán pies en polvorosa, como Bill Gates o Steve Jobs, aunque casi nadie es tan genial, ni tiene tanta suerte…
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