Los días que estamos viviendo están llenos de buenas noticias para el software libre y la revolución digital. Pero tampoco faltan movimientos preocupantes que sobrepasan los límites de la ética moral y política.
Algunas compañías han decido usar toda la «artillería» y están poniendo toda la carne en el asador para no perder lo que hasta ahora ha sido un negocio boyante y una posición de predominio. No voy a criticar que reaccionen aunque lo hayan hecho tan tarde y no muy afortunadamente sino la forma en la que lo están haciendo.
Me contaba todo un ministro de las presiones que estaba recibiendo de una transnacional. Esto no es nuevo el Gobierno de Perú recibió una visita de presión del mismisimo embajador de EEUU. Lo realmente grave es que los intereses económicos de una transnacional están intentando parar los intereses de los ciudadanos «presionando» a sus políticos democráticamente elegidos.
Como no podía ser de otra manera esto ya esta ocurriendo en España. En nuestro país el progreso del software libre es cada día mayor y yo me atrevo a decir que imparable. Las transnacionales han empezado a ejercer su influencia para defender sus intereses, fundamentalmente económicos ,y están empezando a presionar para que se paren los proyectos de software libre. No voy a mencionar nombres por que no hace falta, para esto ya esta google news, pero se ha empezado el acoso y derribo de los proyectos de promoción del software libre y la liberalización de la tecnología.
Lo grave no es la competencia por un mercado o una tecnología sino que un empresa pueda ejercer presión económica para cambiar la voluntad política de nuestros representantes. Que una decisión tan importante como es el desarrollo tecnológico no este dirigido por nuestros políticos sino por empresas.
Definitivamente quienes están apostando por un desarrollo tecnologíco para todo s tienen todos mis respetos y mi apoyo. Esto va a ser una lucha de titanes en la que el interés del estado para sus ciudadanos tiene que prevalecer a los intereses económicos de unos pocos, que entre otras cosas no han sido elegidos democráticamente.