Las redes sociales son un fiasco, pocas, si acaso alguna, han conseguido cumplir con las expectativas que prometían. Cada una por diferentes motivos pero todas, en el fondo, por la imposición a ultranza de beneficios económicos por encima de la responsabilidad social corporativa, lo cual las ha hecho evolucionar desde la gran promesa de un cambio en las relaciones sociales a ser percibidas algo así cómo un tipo de tabaquismo digital. Voy a comentar aquí sólo unas pocas seleccionadas: Facebook, Instagram, LinkedIn, la extinta Google+, Twitter, Pinterest, Tumblr, Tinder y el resto de sitios de dating.
Es bien sabido que Facebook empezó siendo un servicio de intercambio de fotografías entre universitarios, algo así como un «Hot or Not». Su rápido incremento en popularidad no se vió realmente acompañado de un incremento en ingresos hasta que Facebook Connect convirtió a Facebook en el sistema de gestión de identidad de facto en muchos otros sitios de terceros. Es la posibilidad de combinar sus propios datos con el espionaje sistemático de todo lo que sus usuarios hacen online lo que otorga a Facebook un valor sin parangón para los anunciantes. Según sus biógrafos, a Zuckerberg nunca tuvo el foco en las herramientas para anunciantes sino en la experiencia de usuario. Hay que decir que la habilidad de Zuckerberg para gestionar el crecimiento y las rondas de inversión fué absolutamente prodigiosa.
El problema fundamental con Facebook, desde mi punto de vista, es que Zuckerberg nunca ha creído realmente en la privacidad. Dicho por él mismo: «si piensas que alguien no debería enterarse de lo que estás haciendo es que en primer lugar no deberías estarlo haciendo».
Facebook insistió desde el principio en la necesidad de que los usuarios usasen identidades reales. Esto fué un gran acierto para su crecimiento pues limita en gran medida sin esfuerzo la mayoría de los contenidos inapropiados. Existe un desafío no resuelto en todas las redes sociales sobre el anonimato. Si se permiten perfiles anónimos entonces la red se llena rápidamente de pornografía y otros contenidos aún mucho más indeseables. Pero si se insiste en la identificación a ultranza de los usuarios entonces la red se convierte en el Reino de lo Políticamente Correcto donde es imposible decir nada significativo sin ofender a alguien y, por consiguiente, la forma de que la red pueda usarla todo el mundo es que sus contenidos se conviertan en la más absoluta vacuidad.
A pesar de los esfuerzos que todas las redes han hecho por eliminar los contenidos que infringen su política de uso, la misión de limpiar las redes de barbaridades sólo ha tenido hasta ahora un éxito limitado. Vale la pena leer artículos cómo la vida secreta de los moderadores de Facebook o las tribulaciones del C.E.O. de YouTube con los videos de sexo con animales. Ni con la mejor inteligencia artificial y un ejército de desdichados trabajadores viendo cosas horrendas ocho horas al día por el salario mínimo consiguen ponerle puertas al campo.
El pivotaje de Facebook para salir del punto de mira de las críticas más acérrimas está siendo abandonar la comunicación pública en favor de la explotación comercial de las comunicaciones privadas. Esto tiene sentido por varios motivos. En primer lugar se sabe que aunque una persona tenga muchos contactos en una red social, regularmente sólo interacciona con un puñado de ellos (Jesucrito tenía 12 followers). Además, debido a la autocensura, lo que los contenidos públicos dicen de una persona no es quién ella es realmente, aunque, como ya he comentado, debido a que vía Connect, Facebook puede trazar la navegación de un usuario, Facebook sabé cuales son sus preferencias reales aunque no las publique. En segundo lugar, al quitar los contenidos de la vista de la audiencia general se elimina el problema de las quejas con contenidos falsos o inapropiados. Recuerdo una frase del presentador de televisón Gran Wyoming que me pareció épica: «la corrupción me parece muy bien, siempre y cuando los corruptos se reunan todos a puerta cerrada en una plaza de toros y se dediquen a meterse la mano en los bolsillos unos a otros». Si las comunicaciones están encriptadas punto a punto cómo en WhatsApp, Facebook puede alegar ante el regulador que no sabe lo que los usuarios están hablando entre ellos, ni necesita saberlo pues su negocio real es trazar lo que hace el usuario en otros sitios web a través de Connect.
Ya he comentado en otro artículo titulado qué necesidades psicológicas satisfacen las redes sociales cómo Facebook explota el mecanismo de recompensa de la dopamina y cómo los filtros burbuja nos impiden ver una realidad compartida y radicalizan nuestras opiniones.
La gente está abandonando Facebook, hasta el punto de que Facebook ha cambiado su política de retención para dificultar el borrado de cuentas. Es por esto que compraron WhatsApp e Instagram y ahora están trabajando para unificar las tres plataformas. Facebook puede actualmente cruzar sus datos con los de WhatsApp e Instagram, pero las tres aplicaciones siguen siendo esencialmente silos de información lo cual dificulta la explotación.
Lo que es oro puro acerca de WhatsApp es que está inseparablemente ligado al número de teléfono que es el dato que los anunciantes tienen sobre sus clientes en sus propias bases de datos. Facebook, también pide número de teléfono con la excusa de incrementar la seguridad de la cuenta, pero es opcional. La pega de WhatsApp (para Facebook) es que sus creadores sí estaban preocupados por la privacidad. Todos los mensajes en WhatsApp están encriptados de forma que sólo el emisor y el receptor los pueden leer. El modelo de negocio de WhatsApp consistía simplemente en crear un chat libre de anuncios y espionaje a cambio de que los usuarios pagasen la modesta suma de algo así cómo 1$ al año, hasta que llegó Facebook con una oferta por 19.000 millones dólares.
En su último cambio, Facebook ha simplificado el interfaz y ha anunciado que dará más peso a los grupos algo, que, por cierto, fué el último intento de reposicionamiento de Google+ antes de cerrar, pero el caso de Google+ lo comentaré más adelante. Por ahora la organización de las «tribus digitales» sigue siendo un problema sin una buena solución. Los grupos existen desde Yahoo Groups! y antes de eso incluso desde las Usenet News. Pero todavía nadie ha encontrado una solución completamente eficaz contra las flame wars y otras dinámicas indeseables que surgen espontáneamente en los grupos. La solución de Facebook fué convertir al dueño del muro en el propietario absoluto de la conversación y omitir los «No me gusta». Pero al eliminar la controversia se elimina también la parte más significativa de un debate.
De todas las opciones perniciosas para los jóvenes en las redes sociales, Instagram es, probablemente, la peor. A diferencia de Facebook, en Instagram se pueden tener cuentas con avatares. Y, de hecho, no pocos adolescentes tienen dos cuentas: la cuenta de su yo real, y la cuenta de su alter ego imaginario.
Instagram empezó siendo un servicio de retocado automático de fotografías. Los usuarios entraron por la utilidad de sus herramientas y se quedaron por la red que iba creando su uso compartido.
Pero Instagram ha creado un mundo de mentira. Un mundo donde todo es retoque digital. Un mundo donde los que son «transparentes» se deprimen porque la condena al ostracismo es una de las peores cosas que pueden sucederle al ser humano, y los que son populares desarrollan inmediatamente el miedo a perder esa popularidad y se vuelven esclavos de sus estadísticas de visitas.
Otra característica de Instagram es que permite borrar contenidos pasado un tiempo. Esto es por dos motivos: primero genera en los lectores el conocido «Fear Of Missing Out» (FOMO) o miedo a perderse algo; y segundo muchos jóvenes de dieciseis años no quieren que se sigan viendo las fotos de cuando empezaron a usar Instagram con trece años. En resumen, Instagram te ayuda a olvidarte de quién fuiste. Borra tu propia historia y fomenta que no te acuerdes de dónde vienes ni, por consiguiente, sepas a dónde vas.
Una de las primeras veces que oí un comentario acerca de LinkedIn fué a un veterano y muy reputado programador quién sentenció: «LinkedIn es el herpes de Internet».
Si mal no recuerdo, creo que corría el año 2004 cuando yo era un superusuario de una red social española llamada eConozco, posteriormente adquirida por Xing. eConozco tenía muchas de las funcionalidades de LinkedIn, excepto los endorsements. Y a mi me pareció una forma novedosa y excitante de mantener mi base de datos de contactos profesionales que en aquella época consistía en miles de tarjetas de visita meticulosamente clasificadas en sendas carpetas. Luego LinkedIn tomó la delantera y sucedió algo sorprendente, en lugar de ser una herramienta para crear y mantener tu base de datos, pasó a ser una herramienta donde tú les construías a ellos su base de datos que luego intentaban venderte a ti mismo o a cualquier otro dispuesto a pagar por ella.
LinkedIn se convirtió en un repositorio gigante de curriculums maquillados y reclutadoras con fotografías que parecen más propias de un sitio de encuentros casuales de una noche. Y ni siquiera los propios reclutadores lo usan sistemáticamente porque hay porcentualmente menos gente de la que cabría pensar y, además, los más interesantes a menudo no están, o tienen un perfil que no usan, y por consiguiente, los reclutadores siguen recurriendo al spam sistemático por email.
LinkedIn tiene un feed de noticias que es cómo el camión de la basura de las notas de prensa que las empresas no consiguen colocar en los medios.
Tras vaivenes el bolsa, al final LinkedIn acabó siendo adquirida por Microsoft para apalancar su CRM SaaS contra Salesforce.
Google+
Google+ ha sido ampliamente estudiado cómo uno de los fracasos sonados de Google. Y no fué el primero ¿alguien se acuerda de Orkut y Wave? Yo la verdad es que pensé desde el principio que Google+ no tenía futuro.
En Google+ concurrieron varios factores. En primer lugar se trataba de un ataque frontal contra un adversario muy bien fortificado.
El siguiente error de bulto en Google+ fué ofrecer un modelo de seguimiento asimétrico (estilo Twitter) cuando en los objetivos de negocio se explicaba que la misión era conectar a las personas con sus más allegados. El modelo asimétrico no es apropiado para interacciones con alguna expectativa de calidad. Cuando enviamos un email a alguien esperamos que nos responda. Pero cuando publicamos un tweet no esperamos realmente que nadie en concreto reaccione. No es compatible que pretendas establecer relaciones de calidad con un modelo de seguimiento asimétrico.
Otro de los errores causado por el deseo de crecer rápidamente fué crear una cuenta en Google+ automáticamennte a todos los usuarios de Google. Esto dio origen a un pueblo fantasma con centenares de millones de personas que aparentemente tenían una cuenta en Google+ pero que de hecho no la habían usado nunca.
La obsesión por crecer en Google+ fue causada en parte porque cuando Page sucedió a Eric Schmidt como CEO una de las primeras cosas que hizo fue ligar el 25% de la retribución variable de todos los empleados de Google al éxito de la empresa cómo red social.
Otro error sistemático de percepción en Google ha sido creer que a los usuarios les gusta recopilar y organizar su información debido a que esa es la misión principal de Google: recopilar y organizar su información. Y puede que a un puñado de geeks les guste la organización, pero la inmensa mayoria de los usuarios no son capaces ni siquiera de mantener apuntadas sus contraseñas en alguna parte. En Instagram, por contraposición, el desdén por la organización de la información es tan grande que algunos contenidos introducidos por los usuarios se borran automáticamente tras un intervalo de tiempo. Facebook sólo permite buscar por palabra clave en tu propio timeline el último año, cualquier post anterior no aparece en las búsquedas a menos que tenga al menos un comentario de menos de un año de antiguedad.
A Twitter se le ha tildado en múltiples ocasiones de ser la oveja negra de los resultados económicos en redes sociales. Yo sobre Twitter opino que tiene un componente de spam y que ofrece pocas ventajas adicionales a los canales RSS sobre blogs clásicos con comentarios.
Twitter, no obstante, ha probado el valor de su viralidad en varias ocasiones y ello le hace merecedor, a mis ojos, de mérito social.
Lo que personalmente me fastidia de Pinterest es su increíble habilidad para pervertir el uso de Google colocando resultados irrelevantes en las primeras posiciones de las búsquedas. A menudo busco imágenes por palabra clave en Google. Y a menudo acabo obteniedo docenas de enlaces a cuentas de Pinterest a las que no puedo acceder sin registrarme y que de todas formas no contienen ninguna información relevante excepto una fotografía que alguien copió de otra parte.
Tumblr
Tumblr saltó a la picota cuando en diciembre de 2018 bloqueó todos los contenidos sexuales explícitos. A pesar del bloqueo, tales los contenidos históricos siguen siendo accesibles a través de los canales RSS de cada blog individual y miles de millones de imágenes procedentes de Tumblr permanencen indexadas en otros sitios web.
Tumblr es un ejemplo paradigmático de lo extremadamente peligroso que es confiar los contenidos a una plataforma que tiene la potestad de cambiar unilateralmente su política de uso en cualquier momento. Cualquiera que tuviese un negocio basado en publicidad por poner contenidos para adultos en Tumblr lo ha perdido de un plumazo.
La maldición de Tumblr está basada en dos cosas que ya hemos comentado: primera cuando los perfiles son anónimos muchos usuarios comparten porno y segunda era demasiado fácil compartir porno en Tumblr debido a que la herramienta en sí misma es brillante por su simplicidad y buen funcionamiento.
El problema de la pornografía no es sólo que pueda considerarse moralmente cuestionable sino, además, que la mayor parte de los contenidos que se comparten infrigen derechos de autor y esto acarrea una sucesión infinita de demandas de los productores de contenidos contra la plataforma. Y por si lo anterior fuera poco, los anunciantes en general no quieren que sus productos se vinculen a la pornografía, por consiguiente es prácticamente imposible poner publicidad en sitios porno excepto de más porno.
Por último, la adquisición de Tumblr por parte de Yahoo! cómo parte de las múltiples adquisiciones fallidas auspicidas por Marissa Meyer no contribuyó en nada a un pivotaje eficaz en Tumblr, hasta que el final Tumblr acabó cometiendo el equivalente a un suicidio digital.
Tinder y los sitios de dating
El primer sitio de dating que recuerdo se llamaba Love Lycos. Allá por el año 2000 una amiga me habló de él contándome que tenía un chat muy divertido. Luego apareció match.com con el posicionamento de un sitio para solteros que buscan otros solteros con el fin de contraer matrimonio monógamo perpétuo. El año pasado, casi 20 años después de mi primer contacto con un sitio de dating, me encontré en el metro de Londres anuncios de muzmatch.com «el sitio para los solteros musulmanes» sea lo que sea que eso signifique realmente, que no lo sé.
Lo trágico respecto de los sitios de dating es que las redes que más deberían verificar la identidad de los usuarios y la veracidad de los contenidos son precisamente las que menos lo hacen. Cuando se hizo pública la lista de usuarios de Ashley Madison, un sitio para citas secretas entre personas casadas, se descubrió que había hasta obispos católicos registrados en el sitio. En match.com la plaga histórica eran los hombres casados que mentían sobre su estado civil en busca de una aventura, esto solía desanimar bastante a las mujeres en busca de pareja estable.
Lo bueno de match.com es que permite aplicar un filtro muy específico para buscar a una persona muy concreta, lo cual es cómo buscar una aguja en un pajar, pero el esfuerzo, según múltiples testimonios de usuarios, puede merecer la pena.
Pero cómo no todo el mundo va buscando casarse ni todos los casados pretenden seguir estándolo indefinidamente, empezaron a aparecer sitios de dating con usos diferentes. Desde sitios para gays orientados hacia la promiscuidad más absoluta, hasta sitios de relaciones «alternativas» basadas en todo tipo de fetiches, pasando por sitios para gente de más de cincuenta años en los cuales las mujeres divorciadas y con pensión son el objetivo sistemático de estafadores que les venden amor de mentira a cambio de pedirles dinero para alguna emergencia que es totalmente falsa.
Hasta que apareció Tinder. Creo que Tinder tiene el dudoso mérito de reunir casi todos los aspectos psicológicamente nocivos que puede tener una red social. Veamos cómo funciona. Tinder es en esencia otro «Hot or Not». Te muestra una foto de alguien y tienes que elegir si te gusta o no te gusta. Si la otra persona te elige a tí también entonces aparece un match (una coincidencia) y ambos podeis iniciar un chat. Esta propuesta de uso resultó ser demoledora para solucionar uno de los desafíos más grandes de los sitios de dating que es la desproporción entre número de hombres y mujeres y la desproporción entre las horas de uso que hacen los hombres y las que hacen las mujeres. Básicamente, en un sitio de dating típico puede haber algo así cómo ocho hombres activos por cada mujer activa y, además, según los psicólogos, los hombres piensan en media ocho veces al día en sexo mientras que las mujeres piensan en media sólo una vez al día. Así que multiplicando 8×8 la mujer promedio recibe en un sitio de dating 64 veces más demanda de la que puede procesar. Esto es abrumador y genera la paradoja de la elección (cuando tenemos demasiadas opciones no sabemos cual elegir). Pero en Tinder no ves cuanta gente le ha dado a «Me Gusta» en tu perfil. No sabes cuantos usuarios hay activos ni cuándo se conectó cada uno por última vez. Sólo ves una sucesión infinita de personas una por una y el scroll infinito es una de las trampas psicológicas bien conocidas por los expertos en manipulación del comportamiento. A la mujer le parece que tiene mucho donde elegir, aunque no demasiado, pero en realidad sólo es libre de elegir lo que Tinder decide mostrarle, y Tinder le mostrará por un lado perfiles populares y por otro perfiles que necesitan un incentivo en forma de varios «Me Gusta» para seguir en la red. Prácticamente todas las fotos en Tinder están ridículamente retocadas haciendo parecer su escaparate cómo un concurso de belleza imposible para nadie que no sea experto en Photoshop, y donde, según un estudio, el 80% de los hombres menos atractivos compiten por el 22% de las mujeres menos atractivas y el 78% de las mujeres atractivas compiten por el 22% de los hombres más atractivos. Es posible meter algunos datos básicos en el perfil, cómo la edad, la localización geográfica, la profesión… pero nadie mira eso a priori porque el tiempo empleado en ojear cada perfil no llega a cinco segundos. Y, además, no se verifica ninguna información, excepto un dato, la altura. Esto es debido a que se sabe que el primer factor que tienen en cuenta las mujeres a la hora de elegir es la altura. Y es perfectamente legítimo, también dicen que los caballeros las prefieren rubias. Excepto que de nuevo la elección juega en contra de la mujer. Debido a que en promedio, los hombres son más altos que las mujeres, no es difícil encontrar un hombre alto, o, al menos, más alto que la mujer, entonces para los hombres la altura no es realmente un problema pero para las mujeres sí porque cuanto más altas son ellas mismas menos candidatos potenciales pueden preseleccionar. La solución magistral de Tinder es que hace creer a la mujer que está empoderada cuando en realidad es justo lo contrario y a los hombres les da de vez en cuando una recompensa en forma de premio cómo las máquinas tragaperras.
Conclusión
Las redes sociales se han convertido en la versión digital de las tabacaleras: un oligopolio que mueve cantidades astronómicas de dinero con pingües beneficios a costa de causar daños a la salud mental pública. No se trata de ser ludita negando el progreso. Internet ha transformado a la Humanidad y las redes sociales son parte de esa transformación. No es que sitios cómo Amazon o Alibaba sean menos agresivos en cuanto al uso de datos privados, pero Amazon y Alibaba han cambiado por completo para mejor la relación entre productores, distribuidores, retailers y clientes finales. También hay empresas que han conseguido mostrar hasta ahora respeto por la privacidad, como Apple. Pero algo equivalente a duras penas penas puede afirmarse acerca de la gran mayoría de las redes sociales.
Es hora de que nos planteemos seriamente la necesidad de proteger a la población, especialmente a los más jóvenes, de la mayor colección de experimentos de manipulación psicológica con fines puramente comerciales en toda la historia. Espiando a la gente para venderle cosas que no necesita por medio de hacerles creer que están eligiendo algo que en realidad ya ha sido escogido previamente para ellos aunque ellos mismos no se estén dando cuenta.
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