Cómo Internet modifica nuestras capacidades intelectuales y sociales

Existe un porcentaje no pequeño de adultos que opinan que a cada generación de padres inteligentes le sucede otra generación de adolescentes gilipollas. Lo interesante del fenómeno es que se repite para todas y cada una de las generaciones. Estos adultos tienen razón en parte, pero no en que los adolescentes sean tontos sino en que son discapacitados. Discapacitados en el sentido de personas con diferentes capacidades, no con menos capacidades, por eso el mundo sigue avanzando aunque algunos crean que está involucionando sólo porque son demasiado engreídos para aceptar que la siguiente generación les está superando.

Desde hace ya algún tiempo se sabe y está más que comprobado que el entorno y los estímulos externos modifican el cerebro de los niños al menos hasta los seis años. Más recientemente se ha descubierto que este fenómeno, conocido como neuroplasticidad, se produce también en la edad adulta, aunque en menor medida (por eso lo único peor que un joven loco es un loco viejo). Para explicarlo en términos informáticos es como si hasta los seis años los estímulos externos condicionaran la estructura del «hardware» cerebral, de los seis años en adelante básicamente se mejora el «software» en la cabeza, el hardware sigue evolucionando también durante toda la vida aunque más despacio.

¿Cómo influye pues Internet y las nuevas tecnologías en el desarrollo del «hardware» cerebral?

☞ Antes de compartir mi opinión sobre el tema, debo hacer la advertencia de que yo no soy psicólogo ni puedo hacer afirmaciones con rigor científico alguno. Todo lo que voy a contar está basado sólo en mi propia intuición, luego si alguien prefiere hacer caso sólo de fuentes acreditadas y de reconocida credibilidad (si es que tal cosa existe) entoces le recomiendo que se salte el resto del artículo.

Sobre la reflexión

La primera idea que considero relevante para entender la influencia de Internet en el desarrollo cerebral la voy a tomar prestada del premio nobel Daniel Kanhneman y su libro Thinking Fast and Slow. Kanhneman empieza mostrando la foto de una mujer como la siguiente:

Angry Woman

Viendo el rostro, el cerebro nos informa inmediatamente de que está enfadada, también hay mucha más información en la imagen, como que muy probablemente está a punto de decir algo. Toda esta información el cerebro la proporciona en lo que yo voy a llamar el modo automático. El modo automático produce análisis y respuestas a una situación familiar de forma muy rápida y con poco esfuerzo.

Consideremos ahora la siguiente expresión:

27 × 18

El modo automático nos informa de que la respuesta no puede ser 200, ni tampoco 4.000 pero para hallar el resultado exacto debemos emplear lo que llamaremos el modo manual. El modo manual es más lento y requiere más esfuerzo para encontrar por algún método de multiplicar el resultado correcto 486.

Debido a que vivimos constantemente bombardeados por una cantidad muy grande de información, el cerebro tiende a procesar la mayor cantidad posible de la misma en modo automático haciendo el mínimo uso posible del modo manual. Veamos un ejemplo. Trata de responder lo más rápidamente posible de forma correcta a la siguiente pregunta:

¿Cuántos animales de cada especie cargó Moisés en el Arca para salvarlos del diluvio?

La respuesta correcta es ninguno. El capitán del Arca era Noé, no Moisés. Mucha gente pasa por alto ese detalle porque Moisés y Noé son personajes perfectamente aceptables en el contexto bíblico y, por consiguiente, el cerebro los procesa en modo automático y emplea el modo manual sólo para la cuestión numérica que es donde parece estar a primera vista el meollo de la cuestión.

¿Qué tiene esto que ver con Internet? Bien, resulta que en Internet el medio es la conversación. Consumimos información a través de canales que se supone que han sido previamente filtrados y validados y, por consiguiente, atribuimos veracidad a dicha información sin analizarla casi en absoluto. Creo que un buen ejemplo de este fenómeno puede analizarse en la reciente escalada militar en Gaza. De verdad que no quiero entrar en polémica entre israelíes y palestinos, lo único que me interesa aquí es la dinámica de distribución de la información y su valoración en modo automático versus manual. El caso es que Israel desplegó tropas terrestres y empezó a bombardear selectivamente objetivos situados en áreas civiles. Inmediatamente la gran mayoría de la opinión pública se movilizó en contra de la acción militar y se convocaron múltiples manifestaciones acusando a Israel de pretender un genocidio palestino. Esta respuesta emocional a la actuación israelí se produjo en la mayoría de la gente en modo automático sólo con ver las imágenes de niños muertos por un bombazo. Poca gente usó el modo manual para razonar que con la densidad de población que existe en la Franja de Gaza si Israel quisiese matar al mayor número posible de palestinos lo tendría muy fácil para saturar el área con bombas. Tampoco se consideró que el objetivo primordial debía ser debilitar a Hamas, un grupo terrorista que se hizo famoso por atacar con suicidas autobuses de transporte público. No se tuvo en cuenta que incluso entre los palestinos existen sendas divisiones entre Hamas y Fatah. Nadie consideró la necesidad de reconocer a Hamas como interlocutor legítimo de una parte del pueblo Palestino. Por último, poca gente se preguntó tampoco por qué hay niños en medio de una zona de guerra. Todo el conflicto fue analizado por la mayor parte de la opinión pública en modo automático sobre la base de que es totalmente inaceptable disparar en ningún caso contra un objetivo militar a sabiendas de que civiles (niños incluídos) morirán debido a los daños colaterales. Este es un efecto típico del streaming informativo.

Debido a la saturación de información, el cerebro tiende a procesar cada vez más una mayor cantidad de ella en modo automático. Necesitamos elaborar un mayor número de respuestas, lo cual implica que la cantidad de esfuerzo que podemos dedicar a cada una de ellas es menor.. Y no sólo eso, además de evaluar la situación inmediatamente, el modo automático asigna relaciones de causalidad. Es decir, no sólo determinamos instantáneamente el suceso sino que también llegamos a una conclusión, sin pensarla, que explica porqué ha sucedido.

Sobre la atención y la concentración

El cerebro humano es muy sensible a cualquier novedad y bastante insensible a las situaciones estáticas (o que cambian lentamente). El cerebro trata de mantener en todo momento la conciencia situacional de lo que que ha cambiado en el entorno por si ello pudiere representar algún peligro. Algunos reptiles sólo pueden ver a sus presas cuando se mueven, por eso muchos insectos se quedan inmóviles cuando son detectados. Los humanos vemos cosas inmóviles porque los músculos del ojo hacen vibrar sutilmente el globo ocular. Los humanos simplemente hemos desarrollado el truco de que si no se mueve el objeto entonces movemos el ojo para poder verlo. Este mecanismo de alerta para la supervivencia tiene como efecto secundario que nos distraigamos fácilmente y que experimentemos dificultades para fijar y mantener prioridades debido a la tendencia natural a ocuparnos inmediatamente de lo último que acaba de pasar. Prácticamente todos los libros sobre mejora de la eficiencia en la vida personal insisten en que la forma de optimizar el tiempo es hacer menos cosas en paralelo, no empezar ninguna tarea hasta haber completado la anterior y concentrarnos siempre al 100% en lo que estamos haciendo. La atención y la concentración son tan importantes para el budismo que las considera un elemento del Óctuple Noble Sendero. Como las nuevas tecnologías incrementan el número de estímulos externos inesperados también aumenta la probabilidad de que nos distraigamos de forma natural de la tarea en curso mermando por consiguiente nuestra productividad. La solución más fácil es simplemente desconectar los estímulos externos: apagar el móvil, no chequear las redes sociales, olvidarse de ir a la nevera… tan sencillo como dejar de fumar. Es posible, por otra parte, que las nuevas tecnologías estén aumentando nuestra capacidad para realizar cambios de contexto. El cambio de contexto es una operación bien conocida en computación. Cada núcleo en la CPU de un ordenador sólo puede realizar una tarea a la vez. El ordenador puede dar la impresión de estar realizando múltiples tareas a la vez, pero eso sólo es porque cambia de una tarea a otra con tanta rapidez y tan a menudo que nos parece que está realizando varias de ellas en paralelo. Si el ordenador se pone a hacer demasiadas cosas a la vez entonces pierde más tiempo cambiando de contexto que realizando nada útil y cuando el tiempo de empleado en cambiar de una tarea a otra supera al tiempo empleado en realizar tareas nos parece que el ordenador va lentísimo. A los humanos nos cuesta mucho más que a los ordenadores realizar cambios de contexto. Nuestra memoria se organiza en dos grandes áreas: memoria a corto plazo y memoria a largo plazo. En la memoria a corto plazo sólo caben, como máximo, siete elementos a la vez (y muchos estudios sugieren que incluso menos, alrededor de cuatro). El cerebro sólo puede operar con lo que tiene en la memoria a corto plazo. La capacidad para mover información de la memoria a largo plazo a la de corto plazo es uno de los cuellos de botella más importantes del cerebro y, por consiguiente, un exceso de cambios de contexto reduce nuestro rendimiento cognitivo global a menos que, como he mencionado, una de las modificaciones que las nuevas tecnologías estén provocando en nuestros cerebros sea, precisamente, aumentar la velocidad a la que podemos cambiar de contexto.

Sobre la prevalencia visual

Debido en parte a la poderosa capacidad del ojo para reconocer patrones y aprehender vastas cantidades de información con mucha rapidez, y en parte a lo difícil que resulta leer y escribir en un smartphone, los usuarios están experimentando tendencia a preferir lo visual sobre lo textual. Las actualizaciones de estado son sólo una fotografía e incluso en el texto insertamos ya rutinariamente símbolos logográficos en forma de emoticonos.

Sobre el aburrimiento

Todos los problemas en el mundo desarrollado son de aburrimiento. La gente le tiene pánico al aburrimiento y no es para menos, pues el aburrimiento es malo de cojones. Recuerdo que cuando estaba haciendo el servicio militar nos obligaban a limpiar el CETME todos los días. El caso es que sólo hacíamos prácticas de tiro una vez a la semana, de modo que en una ocasión le pregunté a mi sargento por qué teníamos que limpiar un cajón de mecanismos que no estaba sucio. Me respondió al más puro estilo militar: “¡Porque no quiero ver a nadie parao!”.

Necesitamos tiempo para aburrirnos. La historia de Newton y la manzana, narrada por su biógrafo William Stukeley, se suele poner como ejemplo de epifanía científica. Con certeza, en los Principia Mathematica de Newton influyeron más el soporte financiero y moral de Edmond Halley y el enfrentamiento de Newton con Robert Hooke de lo que pudo influir una manzana. Pero se trata de un tipo de anécdota que se repite con frecuencia entre los científicos, muchos de los cuales cuentan cómo les llegó súbitamente una inspiración tras incontables horas de reflexión y trabajo en solitario. Muchas personas habituadas a reaccionar permanentemente a estímulos han perdido su capacidad de buscar problemas proactivamente problemas interesantes. El cerebro se habitúa a estar permanentemente estimulado y si esos estímulos súbitamente cesan entonces entra rápidamente en estado de aburrimiento y, en algunos casos, hasta de ansiedad.

Sobre la memoria

Según la creencia popular, las mujeres tienen mejor memoria que los hombres. La explicación antropológica es que las mujeres necesitaban recordar más detalles sobre cómo cuidar a los niños y organizarse en comunidad con otras madres mientras que los hombres mejor si no se acordaban del último tigre dientes de sable al que tuvieron que enfrentarse porque de hacerlo no se atreverían a salir a volver a cazar en su vida (quizá por eso dejamos la caza y nos convertimos en recolectores). Yo opino que la creencia popular es falsa, hombres y mujeres tienen la misma buena o mala memoria, lo que sucede es que recuerdan (u olvidan) selectivamente conjuntos de sucesos diferentes, cada género se acuerda mejor de aquello que considera más relevante y borra el resto de la memoria para preservar espacio mental. Con la introducción de los buscadores la capacidad de recordar se ha vuelto menos importante lo mismo que mucha gente dejó de preocuparse sobre la disposición de las calles en su ciudad cuando compró un asistente de mapas con GPS ¿Para qué tener buena memoria si el buscador puede acordarse de todo? Esto se conoce también como “exomemoria”, cuanto más común es un proceso más dependiente se vuelve el cerebro del comportamiento externo común y menos utiliza sus propios recuerdos. Por supuesto los buscadores actuales carecen de las capacidades asociativas de la memoria del cerebro, pero van mejorando. El “síndrome del buscador” provoca que nuestro cerebro preste menos atención a recordar, y, por ello, se ejercita menos la memoria con el consiguiente riesgo de que se atrofie, aunque quizá no tanto como imaginamos ¿cuántas veces hemos tenido que recordar qué fué aquello que escribimos en el buscador para que encontrase el resultado que deseábamos? En su libro The Shallows Nicholas Carr más o menos llega a la conclusión de que existen dos tipos de conocimiento: el conocimiento experto sobre una materia y el conocimiento sobre dónde encontrar información, y argumenta que Internet está deteriorando nuestra capacidad para adquirir conocimiento experto debido a que sufrimos demasiadas distracciones como para poder concentrarnos en un único tema suficiente tiempo hasta dominarlo. La buena noticia es que el tiempo que no se emplea estudiando sobre un único tema se emplea saltando de un tema a otro aumentando la posibilidad de descubrir conexiones entre áreas de conocimiento anteriormente inconexas. Mi disertación favorita sobre esta nueva capacidad de recombinación es Connecting the Dots the Steve Jobs.

Sobre la identidad y la soledad

Existe una tendencia bastante acusada entre las personas maduras a percibir Internet como un medio frívolo y superficial. Es cierto que Facebook es frívolo y superficial porque está especialmente diseñado para ello. Pero es que bien podría ser que Facebook esté muerto para los jóvenes quienes prefieren servicios con Tuenti, Instagram o Whatsapp. Las personas de más de 40 años nunca utilizaron el email para comunicarse sobre temas privados o delicados, pero los jóvenes sí lo hacen. Para los más maduros la web 2.0 es una conversación pública y banal, pero el éxito de servicios como Snapchat demuestra que los jóvenes usan las nuevas tecnologías para tratar asuntos muy profundos y muy privados.

Las generaciones pasadas adquirían sus señas de identidad adheriéndose a asociaciones. La fraternidad de la universidad, un partido político, un grupo de moteros, etc. Los jóvenes en cambio adquieren su identidad a traves de sus interacciones en las redes sociales. En la nueva sociedad de Internet lo que compartes es lo que eres. Antaño la reputación se adquiría con logros académicos o profesionales, hoy en día la notoriedad se mide por el número de seguidores en las redes sociales.

La frecuencia de las interacciones también ha cambiado. En el siglo XIX los investigadores compartían sus hallazgos por carta y encontrándose en simposios. En el siglo XX íbamos a ojear librerías buscando nuevas publicaciones. Ahora leemos canales RSS. Los amigos se llamaban por teléfono una vez al mes y la familia tenía que quedar en Navidad para poder hablar todos alrededor de la mesa. Actualmente estamos pendientes de Twitter a diario, nos mandamos Whatsapps constantemente y está chupado organizar una multiconferencia con Skype. Como consecuencia estamos acostumbrándonos a no estar nunca solos. Estamos perdiendo la capacidad de estar solos y de crear solos.

En gran parte la idea para Google Circles surgió de los estudios que muestran que los humanos sólo podemos mantener un número limitado de amigos y conexiones sociales, aproximadamente diez amigos y unas ciento cincuenta conexiones de baja intensidad. Por encima de esos umbrales se pierde lo que realmente es un amigo o un contacto y se convierte en un mero figurante en nuestra red social. No es raro encontrar jóvenes con miles de amigos en Facebook, su número se hace tan inmanejable que las propias redes sociales tienen que filtrar las actualizaciones de estado para mostrar a cada usuario sólo las que considera relevantes para él en función del grado de interacción del usuario con el autor de la publicación. Existe una tendencia a cambiar la conversación por la conexión. Adicionalmente, como hay más gente disponible alrededor las relaciones íntimas se han vuelto más líquidas, vivimos en la era del amor líquido ¿para qué invertir y apostar por una relación mínimamente problemática cuando es tan fácil conseguir otra aparentemente mejor?

Sobre la realidad alternativa que crea Internet

Internet crea un mundo alternativo poblado sólo por sombras como la Caverna de Platón Pasar demasiado tiempo viviendo en esta ficción digital –como Matrix– puede inducirnos a creer equivocadamente que esa ficción es la realidad. En Japón, los jóvenes hikikomori se han substraído del mundo real hasta tal punto que sufren desdoblamiento digital de personalidad y ya no quieren vivir entre los demás mortales sino sólo en su mundo imaginario. El entorno digital está ajustado de muchas maneras para que nos sintamos cómodos y seguros en él e incluso en el peor caso siempre podemos ocultar las partes que no nos gustan. Incluso para las personas que tratan de mantener un buen contacto con la realidad existe un serio riesgo de empezar a creer erróneamente que lo que vemos en las redes sociales refleja fielmente lo que está pasando de verdad.

Sobre la adicción

Diferentes estudios muestran que el cerebro puede fácilmente volverse adicto a Internet y sufrir hasta síndrome de abstinencia cuando está offline. El móvil no nos abandona ya ni cuando estamos cenando con otras personas.

¿Cómo podemos afrontar los nuevos desafios?

Opino que las primeras cosas que debemos aceptar todos los que nacimos en el siglo pasado son que: a) las nuevas tecnologías han llegado para quedarse, b) en media mejorarán la sociedad y c) no podemos detener el tren del progreso. De nada sirve adoptar posiciones reaccionarias ni asustarnos por el uso que los jóvenes les dan a las nuevas tecnologías.

Una excavadora no es intrínsecamente peligrosa, sin embargo, un mono a los mandos de la misma puede causar estragos. Ahora mismo somos monos con un smartphone en la mano. Tenemos las herramientas de comunicación más potentes jamás creadas, pero aún no hemos tenido tiempo de aprender cómo utilizarlas de forma óptima. Ese es nuestro desafío: aprender a utilizar bien las nuevas tecnologías. Puede que para los más viejos ya sea tarde (yo no lo creo) pero todos tenemos al menos la oportunidad de apoyar a las generaciones venideras en la explotación de unas herramientas de comunicación que pueden producir un verdadero salto cuántico hacia adelante en el progreso de la Humanidad tanto en lo económico como en lo social y en lo personal.

Compartir:
  • Twitter
  • Meneame
  • Facebook
  • Google Bookmarks
Esta entrada fue publicada en Usos sociales de la tecnología, ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos?. Guarda el enlace permanente.

7 respuestas a Cómo Internet modifica nuestras capacidades intelectuales y sociales

  1. Pingback: Por qué hay que enseñar a los niños a programar (entre otras cosas) | La Pastilla Roja

  2. Pingback: Cómo atribuimos veracidad a la información que recibimos | La Pastilla Roja

  3. Pingback: Cómo y porqué la gente se vuelve adicta al móvil | La Pastilla Roja

  4. Pingback: ¿Qué necesidades psicológicas satisfacen las redes sociales? | La Pastilla Roja

  5. Pingback: ¿Está la inteligencia en declive? | La Pastilla Roja

Responder a Ricardo Pluss Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.