Los marines del emprendizaje

En las Fuerzas Armadas Estadounidenses no es lo mismo ser soldado de un cuerpo de ejército regular que ser marine, los cuales son quienes van al frente de las incursiones como la fuerza militar combinada más agresiva. Igualmente, hasta dentro de los emprendedores hay categorías, encontrándose las startups de base tecnológica entre las más difíciles de crear y gestionar.

Desde que se hizo evidente que la bonanza económica de la década 1997-2007 no se va a recuperar casi con certeza en el próximo lustro o más, se ha ido forjando un mito acerca de estos emprendedores con la innovación como tabla salvavidas de la economía. El mito de los «emprendedores marine» malinterpreta quienes son estas personas en realidad, así como lo que pueden hacer y lo que no. Para tratar de arrojar un poco de luz sobre los «marines», voy en lo que sigue a compartir unas líneas sobre aspectos de la realidad que yo conozco sobre la tribu urbana de los emprendedores de base tecnológica.

Esta semana ha sido lúdicamente un poco más activa de lo normal. Casi todas las semanas hay algún sarao de la farándula del emprendizaje, pero estos últimos días se sucedieron la jornada de puertas abiertas de EO Network Madrid, el Investor Day del Startupbootcamp, y la comida temática ¿Nos vamos a EE.UU.? de Primer Viernes. Todas estas actividades de networking se suceden porque los emprendedores se sienten bastante solos. La soledad fue lo que motivó la aparición del Grupo Tibi en principio como una reunión informal para hablar de porqué las empresas de base tecnológica en España parecían tener todas un techo de cristal.

La existencia misma de EO Network es una prueba de la realidad de esta soledad. En la jornada de puertas abiertas de EO uno de los ponentes contaba que él se hizo miembro de EO porque no podía explicarle a sus amigos durante una cena las cosas que le pasaban y sentir que le estaban entendiendo. Agustín Maiz, CEO de Climetal, dió ese día un charla magistral acerca de la importancia de prestar más atención que nunca a los detalles financieros de la gestión empresarial, explicó cómo salvaron Climetal de la feroz competencia china gracias a una gestión más inteligente de las finanzas y la logística y sintetizó todo su mensaje en recordarnos que la esencia de un banco es una institución que ofrece un paraguas cuando hace sol y lo retira rápidamente cuando llueve. Así es como aprenden los emprendedores, compartiendo conocimientos entre ellos, no en escuelas, ni con mecenas, sino mirándose el ombligo unos a otros mientras van pavimentando la carretera que luego otros transitarán.

El estrangulamiento financiero sobre el que hablaba Agustín Maiz es trágico porque ni el entrenamiento militar más perfeccionado no ayuda un ápice a sobrevivir si te quedas en pleno centro del desierto sin agua. Creo que el error de base que se está cometiendo es pensar que los emprendedores pueden por si mismos generar un mercado. Los emprendedores pueden sin duda mover la rueda del progreso, pero si no hay clientes entonces no hay empresa. Ese es el escenario en Andalucía y en Extremadura, donde yo estimaría que más del 80% de la facturación de empresas TIC proviene de las administraciones públicas. Es saludable y necesario que haya inversiones en tecnología con dinero público, especialmente en el sur donde existen políticas de compra favorables al Software Libre y a la industria local. Pero el Estado no puede ser el único cliente importante de una empresa.

Existe un círculo vicioso en el cual como no hay mercado no hay empresas y como no prosperan las empresas no crece el mercado. La solución clásica solía ser salir de la pescadilla que se muerde la cola aunmentando el gasto público, sólo que ahora el gasto público ya no da más de si y lo que toca forzosamente es reducirlo para poder pagar la deuda. Crear empresas donde no hay mercado es como intentar salir de una ciénaga tirándose los cordones de los zapatos.

Es por la falta de mercado que muchísimos emprendedores están pensando en hacer las maletas e irse a Estados Unidos. Saben de sobra que Silicon Valley es una jungla, pero fieles a su filosofía de «Dios mío ponme donde haya que de recogerlo ya me encargo yo» les preocupa menos una despiadada competencia por los recursos naturales que una carencia endémica de ellos. Las políticas públicas no están del todo mal, a veces los emprendedores despotrican un poco sobre los tinglados que hay montados alrededor de las subvenciones, o van más quemados que la pipa de un indio por el marasmo y las corruptelas políticas. Pero lo auténticamente letal para las startups de base tecnológica es la ausencia de un buen mercado local.

Dado que la demanda interna es insuficiente como para que las empresas puedan crecer lo bastante como para consolidarse, quedan sólo dos alternativas: bien se produce localmente para multinacionales extranjeras, bien se internacionalizan las empresas locales. Lo primero es aparentemente inviable a menos que se reforme el mercado de trabajo y aumente la competitividad, cosa que los emprendedores no pueden hacer por su cuenta, ergo la alternativa que les queda es seguir los pasos de Telefónica y basar su crecimiento en paises del Continente Americano.

Teniendo en cuenta todo lo anterior llegamos a una generación de emprendedores que saben de crean empresas lo que Rocky Balboa sabía de boxear: es decir, parar ostias con la cara hasta que el contrincante se harta y se va la para la lona del puro cansancio de repartir toñas. Se oye amenudo que fulano o mengano son «muy buenos», pero no es la inteligencia prodigiosa lo que distingue a los emprendedores-marine, ciertamente son más listo que la media, pero lo que les diferencia es una resistencia numantina a la incertdumbre y el fracaso.

Por último, además de la crisis de fondo, hay que tener en cuenta el contexto social de España como pais bastante excéptico. Excéptico en general y excéptico sobre las posibilidades de éxito de cualquiera en particular. Yo creo que el desánimo viene de muy atrás, originándose en el desastre de la Armada Invencible en 1588 desde el cual el imperio no hizo sino ir en declive hasta que empezamos a levantar cabeza con tras el final del régimen franquista.

Valga sólo una pequeña anécdota, para terminar, sobre la magra cultura de estímulo «typical spanish». Las pasadas navidades andaba en una comilona de la parentela a la cual uno de los jóvenes había traído una botella de Taittinger Brut Millésimé 2004. A mi no me gusta el Pinot Noir con el que está hecho en parte el Brut Millésimé, pero el hombre vive en el extranjero y con su mejor criterio había invertido en un champán de marca y lo había traído atravesando los duros controles de los aeropuertos en la ilusión de compartirlo con algunos de los miembros más vetustos de la familia. Llegado el momento, sirvieron el champán, y, ávido de algún feedback preguntó: «¿Que te parece el champán?» El señor que tenía enfrente, un reputado sesentón decimonónico le respondió: «Bueno, no es mierda». Esa es la forma española de decir que la idea que nos acaban de explicar nos parece lo bastante buena como para pensar que nunca se nos habría ocurrido a nosotros, pero que jamás vamos a reconocer públicamente que alguien es más listo. La dinámica de la crítica injusta está tan generalizada que hasta a los emprendedores más exitosos y consumados les cuesta hablar de su botella de Taittinger. A veces porque temen ser el hazmerreir de unos jueces sabiondos que en el fondo no tienen ni puñetera idea, y si ya se trata de un éxito demostrado porque temen atraer la ira de los envidiosos.

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