De un tiempo a esta parte Facebook me aburre mortalmente y, siendo la red tan extremadamente popular, me andaba preguntando si es que seré un bicho raro.
Un estudio reciente en Journal Computers in Human Behavior de ACM afirma que menos esfuerzo mental induce a más networking social. Nicholas Carr le da su propia interpretación diciendo, más o menos, que si te gusta Facebook es que eres corto de mente aunque el artículo hace realmente otro matiz, los usuarios intensivos de redes sociales tienden a un estilo de pensamiento más superficial y multitarea. Más concretamente, el estudio muestra una correlación negativa entre el uso de redes sociales por parte de un individuo y su puntuación en la escala Need For Cognition que mide la tendencia de un individuo a pensar sobre las cosas.
Que el tweetiritero medio es un tipo que no piensa demasiado sobre las cosas antes de tweetearlas es algo evidente (no da tiempo de pensar mucho mientras se redactan 140 caracteres).
Ahora bien, lo que me parece dudosamente defendible es que el estilo de pensamiento profundo sea intrinsecamente mejor que el estilo de pensamiento superficial. Mi historia favorita sobre porqué saltar caprichosamente de una idea a otra puede ser algo bueno es una titulada «conectando los puntos» de una charla que impartió Steve Jobs en Stanford en 2005.
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