Informe de OpenNet Initiative sobre la censura en las redes sociales

Hay quienes sostienen la teoría de que no importa cuánto mejoren los medios de información porque los estados y los poderes fácticos siempre van un paso por delante de la ciudadanía en la creación de medidas para controlar y censurar todo aquello que no les interesa.
Es indudable que Internet ha vuelto a la sociedad más transparente, y que en la medida en la que la comunicación se globaliza y aparecen tantísimos medios para publicar se vuelve cada día más complicado censurarlos todos.
Ya no hace falta alcanzar la fama póstuma con unas novelas como Stieg Larsson en su cruzada contra el racismo, o recibir una carta bomba como Salman Rushdie por publicar un libro. Ahora, gracias a los avances de la tecnología, en Youtube o en Facebook o en Flickr uno puede hacerse decenas de miles de enemigos en tan solo unos pocos días.
El pasado mes de septiembre Jillian C. York publicaba en colaboración un Informe sobre los contenidos publicables en medios sociales en el cual muestra el difícil compromiso que tienen que buscar las empresas de medios sociales para respetar la libertad de expresión al tiempo que censuran lo suficiente como para impedir que los gobiernos descontentos les cierren el chiringuito.
Es necesaria una regulación global que estipule lo que es publicable y lo que no. Google ya tuvo en 2009 un buen dilema con el gobierno chino, y no ha sido ni mucho menos el único ni exclusivamente en ese pais. Cada cual arrima el ascua a su sardina, hay bloggers amordazados, gobiernos cortando el tráfico de lo que no les interesa, grupos radicales que intentan censurar a otros grupos radicales, lo último Wikileaks que se se pasó tres pueblos con el Kabul War Diary.

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