Estigmatizar

Estigmatizar es la táctica de moda hoy en día. Los partidos políticos la emplean con profusión, convencidos de que los ciudadanos creen que todos los políticos son malos y que estigmatizando al contrario conseguiran que voten por lo menos al menos malo (que son ellos).
Hubo un tiempo en el que un fascista era el que promulgaba la supeditación del poder legislativo al ejecutivo. Hoy en día fascista es todo aquel que discrepe con cierto tipo de pensamiento «progre» (cualquier cosa que eso sea).
Juantomás cuenta que Rosa María García se ha abierto un blog, El Ventanal de Rosa, muy apropiado el nombre, cuyo primer post trata de cómo los «maximalistas, extremistas y radicalizados habitantes de la blogosfera» demonizan a Microsoft con «dicotomías bueno-malo».
Sólo alguien con un pensamiento muy simplista puede pensar que Microsoft es algo global e intrínsecamente perverso. Y a todos los talibanes que van por ahí vociferando despropósitos agrios y mononeuronales deberíamos purgarlos de las corrientes de opinión, porque nos hacen un flaco favor contribuyendo a que nos estigmaticen.
Lo que sucede es que no podemos permitir que se use la libertad justamente para suprimirla. En cuestiones de estado, no es la primera vez que en algún pais un partido gana unas elecciones democráticas con un programa político que dice que abolirán la democracia y la gente perderá su derecho a votar en el futuro. Tales victorias electorales han conducido con frecuencia a situaciones de guerracivilismo cuando el bando perdedor ha recurrido a pedir ayuda externa para impedir el ascenso al poder de legítimo ganador de las elecciones. Él error de fondo es considerar la democracia como un fin en si mismo y no como un medio para garantizar las libertades. Y en tales paises el respeto por la democracia se ha sostenido a costa del respeto por la libertad, lo cual es inaceptable.
De forma análoga, no podemos permitir que la gente use su libertad para elegir un formato de archivos que convierta a toda la administración pública del pais en dependiente de una empresa privada (cualquiera que sea esa empresa). Tampoco podemos permitir que usen su libertad para comprar un sistema operativo que les impedirá utilizar en el futuro aquel software que no sea del agrado y conveniencia del fabricante.
Las personas partidarias del Software Libre que yo conozco no van por ahí porfieriendo sandeces radicales, sino que reivindican cosas muy concretas: que existan formatos abiertos de archivos, que los protocolos sean interoperables, que cuando la gente se compra un PC puedan elegir el sistema operativo que quieren preinstalado, que los concursos públicos no se publiquen de saque con el nombre de la empresa que se los va a adjudicar, etc.
Todo esto no tiene nada que ver en sí mismo con Microsoft, y, de hecho, Microsoft no es para nada de los peores exponentes dentro de los partidarios del software privativo. Y si no, pensar en ese via crucis de SCO para darse cuenta de a qué conduce la radicalización de cualquier postura.

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