Palmo a palmo

Hace ya muchos años, en su clásico atemporal El Arte de la Guerra, Tsung Tzu escribía que los buenos generales son aquellos que ganan las batallas sin luchar, haciendo que el enemigo se sienta derrotado antes de empezar.
Por desgracia, casi nunca se cuenta con tanta ventaja psicológica, y la mayoría de las contiendas se acaban librando casa por casa y palmo a palmo estilo Stalingrado o Iwo Jima.
Siempre he pensado que el éxito de Microsoft no está basado en innovación rabiosa o productos brillantes, sino en técnicas cuantitativas tanto para el marketing como para el control de desarrollo de productos.
Randall E. Stross describe en su libro The Microsoft Way algunas técnicas que podrían considerarse lo más aburrido del mundo. Aburridas en el sentido en que los alemanes consideraban a Franco un militar aburrido. Meticuloso con la topografía y clásico (aunque eficaz) en sus planteamientos.
Lo de Microsoft va de coger un mapa y una hoja Excel y preguntarse qué cuota de mercado tiene cada producto en cada ámbito geográfico y porqué.
Va de preguntarse cómo se podrían reducir costes distribuyendo Office en CD en vez de hacerlo en diskettes de 3,5″.
Va de establecer densos procesos de selección de nuevas funcionalidades basados en los usos del producto que detectan los laboratorios de usabilidad.
Va de cuidar cada resquicio de las relaciones públicas.
Y de cuidar cada página de la documentación.
Y funciona… ¡vaya que si funciona!
Cuando hoy leía el último boletín de Libro Blanco, me encontraba varias noticias que van todas de este enfrentamiento palmo a palmo.
• El trabajo de Alberto Barrionuevo con el mapa de uso de Software Libre por comunidades autónomas.
• El cambio de tendencia a la baja de Apache frente a IIS en Netcraft desde principios de 2006 (inexplicable para mi)
• La carta de OpenOffice a Dell pidiendo que preinstale OpenOffice en sus ordenadores.
En fin, que si se quiere llegar a algo, menos ideas brillantes, y más coger el lápiz y el papel y ponerse a trabajar en todas esas cosas tácticas que a la postre, sumadas acaban decantando la balanza.

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