Querido Sr. Gates, le adjunto factura…

Buenísimo el post Dear Sir Bill Gates; invoice enclosed. Prompt payment is expected… de Guy J Kewney en el blog de newswireless.net.
No me gusta mucho dedicarme al copy/paste avanzado ni a re-freir noticias (para eso están los feeds) pero este creo que vale la pena traducirlo.
Actualización: se me olvidaba la respuesta obvia de Microsoft a esta carta.


Estimado Sr. Gates:
Le adjunto mi factura por valor de 1.200 libras esterlinas en concepto de gastos administrativos y de consultoría causados por la necesidad de reparar el daño de un sabotaje de Microsoft. Me atrevo a suponer que le gustará conocer los detalles:
La otra noche, su organización destruyó cerca de tres horas de trabajo que yo había hecho.
El trabajo era un conjunto de notas hechas con un editor de texto que me veo obligado a usar por requerimiento de uno de mis clientes. Todos los archivos estaban abiertos la noche pasada cuando sucedió una emergencia familiar, y fui incapaz de dedicar 10 minutos a cerrar todos ellos. Estaba conectado a un sistema remoto al cual no puede tener acceso nuevamente hasta el martes. Y tenía varios websites abiertos en mi escritorio.
Durante la noche, Microsoft tomó el control de mi PC para realizar una actualización. Llegué al trabajo y me encontré un mensaje que decía: «Windows recientemente descargó e instaló una importante actualización de seguridad para ayudarle a proteger su ordenador. Esta actualización requería el re-inicio automático de su máquina.»
Tuve algunas dificultades para impedir que esto sucediera. Había configurado la Actualización Automática de Windows en «Custom» para decidir yo mismo qué actualizaciones necesito y cuando. Y cuando la actualización dice «esto requiere re-iniciar» había especificado que siempre re-inicie la máquina cuando yo decida que es hora de hacerlo.
Cuando ustedes decidieron por su propia cuenta, ignorar todas mis precauciones y re-iniciar mi PC la noche pasada, no sólo tenía algunas notas en curso; también tenía como media docena de ventanas con websites abiertos. Me ha llevado unas tres horas tratar de recordar qué había descubierto y dónde, y, honestamente, dudo que sea capaz de recuperar la mayoría de dichas URLs dado que me llevó bastantes indagaciones encontrarlas.
Este suceso no es el único ejemplo de la asunción de Microsoft de que mis propias preferencias pueden ser despreciadas al antojo de Redmond.
Puedo citarle el comportamiento de mi ratón. La primera vez que tuve una máquina Windows, era un 386 a 12Mhz. El ratón era un periférico de tiempo real. Quiero decir con eso, que si movía el ratón, el puntero de la pantalla se movía.
Hoy en día, tengo una máquina con un procesador de 1,2Ghz. Sólo para dejarlo claro: es exactamente cien veces más rápida en sus operaciones que mi viejo 386. Donde el 386 tenía un mega de memoria, esta máquina tiene exactamente mil veces esa cantidad. El disco de mi 386 era de 50Mb, mientras que ahora tengo uno de 30Gb.
Y aún así, cuando muevo el ratón, el software que corre ahora en la máquina no puede mantener el ritmo. El puntero empieza a moverse, y entonces llega a un punto en la pantalla donde se detiene. «¡Espere un momento! No tengo ni idea de dónde mover el puntero», me dice Windows. «Tengo que ir a buscar al disco los datos que crean las imágenes en la pantalla, y eso puede llevar algún tiempo…»
De hecho, puede ser. Típicamente, si no he usado el ratón durante un minuto más o menos, pasarán de 10 a 20 segundos antes de que el puntero empiece a dar tumbos por la pantalla intentando funcionar.
Y si inadvertidamente hago click, el hecho de que el puntero estuviese en ese momento encima de un botón concreto es irrelevante para Redmond. Redmond sabe más que nadie; encontrará un grupo aleatorio de pixels, les asignará una misión arbitraria, y empezará a hacer cualquier cosa que le parezca apropiada.
¿Hablamos de descargas de archivos?
Cuando le pido a Internet Explorer que me descarge un fichero, espero que llegue a mi disco. Puede llevar un tiempo, y dado que se supone que Windows debe ser capaz de traer el archivo, me pondré con otra tarea mientras tanto, por ejemplo escribir una carta.
En mitad de mi trabajo, hay un parpadeo en la pantalla. ¿Y qué es?
Es Internet Explorer y Windows Explorer. Uno señala e fin de la descarga. El otro me saca una caja de diálogo modal, preguntándome si quiero cancelar la descarga y la siguiente vez que pulso la barra espaciadora lo toma como: «Si ¡Cancela!»
Sólo sé esto porque he visto el cuadro de diálogo antes. Mientras escribo, el mensaje aparece y desaparece, demasiado rápido para que el ojo humano lo vea. De nuevo, mi ordenador hace, no lo que yo quiero que haga, sino lo que Redmond ha decidido que es más conveniente para Redmond.
Desde luego, el archivo puede estar corrupto incluso si ha sido descargado. Puedo decirle a IE que lo descarge de nuevo. «El archivo ya existe ¿Reemplazar?» Pregunta. «Si» ¿Lo reemplaza? ¡No! En vez de eso mira si el archivo está en el disco y hace como que lo descarga. Pero de hecho la descarga se realiza en una fracción de segundo y deja el mismo archivo corrupto en el disco. La única forma de bajar el archivo bueno es borrar el corrupto primero y luego realizar de nuevo la descarga. De nuevo, Redmond asume que sabe lo que es mejor, y que mis opiniones como operador de la máquina pueden ser prudentemente ignoradas.
Realmente podría ofrecerle otra docena de ejemplos, incluyendo la barra de idiomas, la de tareas, el comportamiento de los enlaces directos «estándar»… y si le interesa, puedo extender la lista ¿no?
Pero como de que no.
Con la factura de mi tiempo de consultoría, por favor quédese con un mensaje mio y de mis lectores, quienes aseguran que se sienten de la misma manera. El mensaje dice: «No están ustedes haciendo amigos de esta forma.»
Sus programadores deben tener en mente que la conveniencia de Redmond no es el propósito de comprar un comprar. Deben recordar que estos detalles triviales e irritantes para ellos, son cosas que a nosotros nos importan.
El hecho de que se sientan capacitados para ignorar este tipo de quejas muestra cláramente que Redmond se vé a sí mismo como por encima de cualquier crítica.
La palabra para este comportamiento es «arrogancia». Y se volverá contra ustedes para atormentarles.
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